En su pueblo, Aitmaamar Lakdim (Marruecos), Badia Boukta estaría ya casada. Por edad. Un día, habría ido un joven a su casa, convenido o no, y la habría pedido en matrimonio. Tres o cuatro meses de noviazgo para conocerse y, si sus padres y ella misma hubieran consentido, se habría celebrado la boda. Quizás ya tendría hijos. La realidad en Sant Vicenç del Horts es distinta.