
Acabé col, lechuga, brócoli, tirabeque, haba, y en abril plantamos tomate, berenjena, pimiento, calabaza, pepino, melón, sandía: por eso el decreto de confinamiento cometía un crimen al impedir acudir a los huertos.
El Gobierno rectificó rápido. – Pero evidenció su urbanocentrismo. Qué error, el desdén a la agricultura en España.
Se viene hablando de la España vaciada. – Pues lo grave es la España apiñada. Todos en ciudades, ¡qué peligro!: nos hace vulnerables. Las comunidades rurales son más resilientes, también, ante la pandemia. …
Los monocultivos agroindustriales invaden territorios, desplazan y concentran animales silvestres que incuban virus.
¿Culpa de esta pandemia del coronavirus a los monocultivos? – La diversificación local es más saludable que el monocultivo. En Catalunya producimos miles de cerdos en enormes granjas para exportar a China en su 60%.
Unos colmeneros cambiaron de sitio sus abejas, el año pasado… y yo obtuve menos hortalizas. Claro: con menos abejas, menos polinización.

¿Son aquí los huertos como en otras partes del mundo? – Me enamora la milpa de Centroamérica, simbiosis de tres plantas: maíz (vertical: mira al cielo), frijoles (trepa por los tallos del maíz) y calabaza (repta, protege el suelo, retiene su humedad). ¡Milenios de sabiduría!
Sólo el 4% de la población es campesina en España, y sólo el 1% en Catalunya. Es deplorable, lastimoso. Por suerte, aún el 15% de la población mundial se alimenta de su propio huerto: es un autoconsumo autosostenible.