Miquel Casas, psiquiatra, especialista en drogadicciones.
Nací en Amer (Girona) y vivo en Barcelona. Soy médico psiquiatra. Soy catedrático de Psiquiatría en la UB, jefe del servicio de psiquiatría del hospital Vall d’Hebron y presidente de la Fundación Española de Patología Dual. La marihuana daña el cerebro joven.
¿Es peligrosa la marihuana? Para los adultos, no. Pero si vas a conducir, o manejar una máquina, o desempeñar un trabajo que exija concentración…, no la tomes.
Entendido. En cambio, si fuma o toma marihuana un niño o un adolescente…
¿Qué? ¡Es muy peligrosa! Científicamente sabido.
¿Por qué es tan peligrosa a esa edad? Porque la marihuana contiene sustancias que interfieren el neurodesarrollo.
¿Qué sustancias? Tetrahidrocannabinol, cannabinoides y cannabidioles.
¿Hasta qué edad daña al cerebro? Hasta los 23-25 años. Sólo a partir de entonces el cerebro está maduro.
Nuestros jóvenes la fuman antes… ¡Lo sé, por desgracia! España es el país de Europa que más marihuana fuma… y el país con mayor índice de fracaso escolar.
¿Vincula consumo de marihuana y fracaso escolar? Sí: sé que parte de nuestro fracaso escolar deriva del consumo de marihuana.
Esto es muy gordo. Todo empieza porque no atendemos correctamente las psicopatologías infantiles, como el TDHA (trastorno por déficit de atención e hiperactividad).
¡Yo creía que se diagnosticaba mucho! Falso: España es el país de Europa que menos lo diagnostica.
¿Y qué tiene que ver con la marihuana? Mucho: los niños con alguna dificultad intelectiva o psicológica, impulsivos o desafiantes… ¡son más vulnerables!
¿A qué edades se refiere? De los seis a los nueve ya pueden detectarse dificultades, desarreglos…
¿Y por qué son niños más vulnerables? Ante sus dificultades, tras un consumo exploratorio con porros tienen más posibilidades de sentir alivio, la marihuana rebaja sus angustias… ¡Y serán más proclives a la adicción! Y eso será devastador para su cerebro.
¿Cuándo se hace adicto el chaval? Cuando fuma marihuana para sentirse bien, como si fuese su medicina. Y, por desgracia, cada día veo más y más casos…
¿Con qué efectos dañinos? Merma su capacidad de consciencia, de atención, de concentración y de abstracción. En resumen: ¡boicotea el aprendizaje y la construcción de pensamiento!
¿Y si se limitan a fumar sólo un par de porritos en fin de semana? No lo minimice: la planta de marihuana actual tiene entre 10 y 15 veces más potencia psicoactiva que la de 30 o 40 años atrás.
Vaya… ¿Y a qué se debe ese cambio? A la sucesiva selección de semillas de las plantas más potentes, durante años: ¡fumarte un porro hoy… equivale a fumarte 15 porros de cuando éramos hippies!
No tenía ni idea, ¡nadie cuenta esto! Y otro dato: la planta crecida en interior es más potente que la crecida al aire libre.
¿Más dañina para el chaval, pues? ¡Sí! Y la marihuana es la droga que más tiempo permanece en el organismo: alcohol o cocaína se eliminan en 48 horas, como mucho. La marihuana permanece en el organismo ¡21 días! Eso favorece su acumulación.
¿Con qué consecuencias? Aunque el joven fumase sólo los fines de semana, llegará a junio saturado de cannabis acumulado: ¡fracasará en los exámenes!
Hay quien ha fumado y ha aprobado. ¡Sin marihuana hubiese sido sobresaliente! Y eso es una lástima, ¿no le parece?
¿Qué notaremos los padres en el joven adicto a la marihuana? Quiere dejar de estudiar, no lee, planea proyectos fantasiosos, mundos ilusorios, escenarios poco realistas… Son irrealizables…, y su frustración crece. Sigue fumando. Y lo peor viene luego…
¿Qué? La psicosis: un joven adicto a la marihuana multiplica ¡por cinco! la posibilidad de sufrir un cuadro psicótico.
¿De qué tipo? Empieza con una pérdida de sentido de la realidad… y puede terminar en esquizofrenia: delirios enquistados, oír voces, ver lo que no hay, sentirse perseguido…
Qué espanto… Y el psicótico acaba siempre ¡siempre! desadaptado, socialmente marginado…
Pongamos remedio: ¿es recuperable un joven adicto a la marihuana? A más edad, más difícil: hay que lograr la abstinencia, reequilibrarle psíquicamente… y readaptar toda su vida. Un trabajón. Ah, y además, evitar una recaída.
Gracias por su trabajo, doctor. Envíe un mensaje a los padres de adolescentes. No desdeñéis el riesgo que corren vuestros hijos: la marihuana actual es muchísimo más peligrosa que la que vosotros fumasteis. Puede destrozarles la vida y sumirles en la psicosis.
Y, para acabar, dígale algo al adolescente que fuma marihuana, por favor. Aunque ahora te siente bien, fumar marihuana en la adolescencia siempre ¡siempre! te restará posibilidades de éxito y felicidad.
El Pen-Tsao, un tratado médico chino de hace 4.737 años, dice de la marihuana: “Alivia problemas intestinales, diarreas, tos…, y en exceso ¡engendra diablos!”. Los chinos ya sabían lo que me certifica Miquel Casas, el científico más cualificado para hacerlo: la marihuana mutila la capacidad cerebral del fumador adolescente. Que cada uno se destruya como quiera, pero sabiendo la verdad. Casas se inquieta por los 300 clubs cannábicos que hay en Barcelona: “Deberían evitar a socios menores de 21 años, ¡sería un éxito sanitario!”. Lo malo es que la marihuana del hermano mayor pasa al pequeño… ¿Qué podemos hacer los padres? Contar la verdad, y que haya suerte.
El empresario está desarrollando Neuralink, un proyecto que pretende conseguir que los cerebros humanos puedan conectarse con ordenadores
Elon Musk lleva muchos años queriendo conquistar el mundo de la inteligencia artificial
Parece que al empresario Elon Musk le sobran las horas en el día. No tiene bastante con dedicarse al desarrollo de vehículos en Tesla, preparar sus proyectos espaciales en SpaceX y buscar memes en Twitter, que ha decidido emprender un nuevo proyecto. Se llama Neuralink, y aunque se fundó en 2016, ha sido ahora cuando ha captado la atención de propios y extraños, después de que Musk haya comenzado a dar detalles sobre el proyecto. Los primeros avances han dejado claro que Musk está empeñado en conseguir un hito en el mundo de la inteligencia artificial, y es que el objetivo primordial del proyecto es provocar la fusión entre el cerebro humano y los ordenadores.
El chip sería un ‘cordón neuronal’ consistente en pequeños electrodos cerebrales capaces de compartir información. (Neuralink)
Como si se tratara de un proyecto de ciencia-ficción, el empresario pretende crear un chip para implantarlo en el tejido cerebral con objeto de integrarse con la tecnología y que, entre otras cosas, podamos escuchar música directamente en nuestro cerebro. Pero no solo eso, sino que Musk también pretende que el chip pueda ayudar en cuestiones de salud, midiendo, por ejemplo, los niveles hormonales de cada persona para futuros diagnósticos que permitan adelantarse a enfermedades graves como el cáncer o el Párkinson, curar lesiones congénitas, corregir daños cerebrales graves e incluso “bloquear” partes del cerebro para tratar enfermedades como la depresión o curar adicciones.
El pequeño microchip promete fusionar el cerebro con sistemas informáticos. (Elon Musk/Neuralink)
Según los primeros esbozos técnicos, el chip sería en realidad un “cordón neuronal” consistente en pequeños electrodos cerebrales capaces de compartir información procedente de un sistema informático con nuestro cerebro. Con esta conexión, Musk pretende desarrollar las capacidades cognitivas de los seres humanos. Según el empresario, el implante del chip “no será doloroso”, y el proceso se asemejará a los procesos de cirugía láser ocular.
El proyecto se encuentra en un estado inicial, pero Musk ya ha recurrido a Twitter para buscar ingenieros y aficionados a la tecnología móvil interesados (no se necesita experiencia previa en el campo de la neurociencia) en el desarrollo de Neuralink que quieran trabajar para él.
De momento, no se prevé que haya ningún tipo de lanzamiento en los próximos cuatro años, pero el futuro es prometedor, y aunque algunos expertos han hecho públicas sus preocupaciones a nivel moral, ya se han hecho las primeras pruebas en animales. El empresario ha prometido compartir más información el próximo 28 de agosto.
CADA DETALL TEU, FA UN MÓN MILLOR, UN MÓN MÉS JUST
Tens el poder d’un Déu
Estima el teu ofici,
la teva vocació,
la teva estrella,
allò pel que serveixes,
allò en què realment
ets un entre els homes.
Esforça’t en el teu quefer
com si de cada detall que penses,
de cada paraula que dius,
de cada peça que poses,
de cada cop de martell que dones,
en depengués la salvació de la humanitat.
Perquè en depèn, creu-me.
Si oblidant-te de tu mateix
fas tot el que pots en el teu treball,
fas més que un emperador que regeix
automàticament els seus estats;
fas més que el qui inventa teories universals
només per satisfer la seva vanitat,
fas més que el polític,
que l’agitador,
que el que governa.
Pots desdenyar tot això
i l’adobament del món.
El món s’adobaria bé tot sol,
només que cadascú
fes el seu deure amb amor,
a casa seva.
Joan Maragall
En France, l’alcool tue environ 41 000 personnes par an. Pourtant, si au pays du vin, la consommation tend globalement à diminuer, celle des femmes rejoint peu à peu celles des hommes. Force est de constater que les deux sexes ne sont pas égaux face à l’alcool. Non seulement les femmes qui boivent sont socialement moins bien vues, mais l’alcool affecte également plus leur organisme. Il a notamment été prouvé que l’alcoolémie apparaissait plus élevée chez une femme que chez un homme à quantité égale absorbée. L’élimination de l’alcool est également plus lente chez les femmes. Si un foie plus petit et une corpulence moins importante peuvent expliquer ces phénomènes, les mécanismes biologiques en jeu demeureraient flous. Aujourd’hui, une nouvelle étude parue dans The Journal of Neuroscience montre que la sécrétion d’une hormone modifiant la réponse neuronale chez les femmes pourrait expliquer cette différence.
Pour leur étude, les chercheurs ont travaillé sur des souris, dont les cerveaux sont assez similaires à ceux des humains. Ils ont activé les récepteurs d’oestrogènes (groupe de stéroïdes, dont la fonction, à l’état naturel, est d’être une hormone sexuelle femelle primaire) dans l’aire tegmentale ventrale (ATV, groupe de neurones situé en plein centre du cerveau) de souris mâles et femelles. Ils ont alors pu observer que l’activation du récepteur d’œstrogène ERα enflamme les neurones en réponse à l’alcool.
Le taux d’oestradiol (E2) augmente et altère le système de la dopamine, un neurotransmetteur dans plusieurs voies du système nerveux, dont celle de la récompense. Quand les taux de E2 sont hauts, les neurones de l’ATV réagissent plus intensément à la présence d’éthanol et libèrent de la dopamine. Les abus sont alors plus probables, la consommation d’alcool étant plus “récompensée” par le système nerveux des souris femelles que celui des mâles.
“Les femmes passent plus rapidement à un trouble de la consommation d’alcool”
Les scientifiques ont ensuite bloqué certains récepteurs (ERa et ERb) dans l’ATV des souris. Si cela a diminué l’abus d’alcool chez les souris femelles, cela n’a eu aucun effet sur les mâles, bien que leur cerveau contienne également des oestrogènes. Il est donc possible que, chez les femelles, les récepteurs d’oestrogènes soient plus sensibles à l’activation quand les niveaux changent, avancent les chercheurs. Ainsi, l’oestrogène aurait des “effets puissants” sur le système de dopamine et augmenterait la vulnérabilité des femmes à développer une dépendance à l’alcool.
“Ces résultats indiquent que différents mécanismes cérébraux provoquent la consommation excessive d’alcool chez les femmes et les hommes, explique Amy Lasek, psychiatre à l’université de l’Illinois (Etats-Unis) et co-autrice de l’étude. Si la consommation d’alcool est plus importante durant les périodes où les niveaux d’œstrogène sont élevés, cela peut contribuer à la fois à des risques pour la santé liés à l’alcool mais aussi augmenter les risques de développer des problèmes d’alcoolisme sévères”, explique-t-elle au site Inverse. “Les femmes passent plus rapidement d’une consommation problématique d’alcool à un trouble de la consommation d’alcool et souffrent des effets négatifs de l’alcool sur la santé, tels qu’un risque accru de cancer, de lésions hépatiques, de maladies cardiaques et de lésions cérébrales”, poursuit-elle.
Il a notamment déjà été prouvé qu’à consommation égale d’alcool, les femmes gardaient plus de séquelles à long terme. Elles souffrent davantage d’atteintes neurologiques (polynévrites périphériques à l’origine de douleurs ou de troubles de la sensibilité des extrémités) et développent plus tôt que les hommes une stéatose (foie gras), une fibrose hépatique ou encore une cirrhose (5 à 7 ans avant en moyenne).
Une approche basée sur le sexe dans le traitement de l’alcoolisme ?
“C’est important car cela signifie que des approches différentes pourraient être nécessaires pour réduire la consommation excessive d’alcool chez les hommes et les femmes”, développe Amy Lasek. Ainsi, à terme, ces résultats pourraient conduire à des traitements innovants basés sur le sexe pour l’alcoolisme.
Actuellement, il existe déjà des médicaments bloquant les récepteurs d’œstrogènes. Connus sous le nom de modulateurs sélectifs des récepteurs d’œstrogènes (SERMS), ils sont utilisés pour traiter le cancer du sein. “Cependant, les SERMS ont des effets secondaires importants comme des bouffées de chaleur, de la fatigue et des sautes d’humeur, donc, malheureusement, utiliser un SERM pour bloquer les récepteurs d’œstrogènes chez des femmes par ailleurs en bonne santé afin de réduire la consommation d’alcool n’est pas une bonne option”, explique Amy Lasek.
Reste donc à trouver des voies de signalisation spécifiques par lesquelles les récepteurs d’œstrogènes agissent dans le cerveau, entraînant une augmentation de la consommation excessive d’alcool et du sentiment de récompense chez les femmes. Cela pourrait permettre de mettre au point une méthode plus ciblée pour réduire la consommation excessive d’alcool chez elles. Et ce, sans effets secondaires, espèrent les chercheurs.
Quelle consommation en France ?
On parle de consommation ponctuelle immodérée d’alcool quand une personne a un taux d’alcoolémie à 0,08 g/dl ou plus, soit généralement cinq verres ou plus pour les hommes ou quatre verres ou plus pour les femmes en environ deux heures.
En France, les autorités sanitaires recommandent quelques jours sans alcool dans une semaine et, les jours où l’on en consomme, de ne pas dépasser les deux verres dits standards. Globalement, il est conseillé de ne pas consommer plus de 10 verres standards par semaine.
Malgré tout, selon une enquête de Santé publique France menée en 2017, à cette époque, 9,7% des Français de 18-75 ans déclaraient avoir bu plus de dix verres d’alcool au cours des sept derniers jours. Par ailleurs, 7,9% disaient avoir en avoir consommé plus de cinq jours sur sept. “Cela représente environ 10,5 millions d’adultes qui boivent trop. Ils boivent en tout cas dans une proportion qui augmente les risques pour leur santé notamment les risques à moyen et long terme : cancers, hypertension, hémorragies cérébrales, certaines maladies cardiovasculaires…”, commentait alors Viet Nguyen-Thanh, responsable de l’unité addiction de Santé publique France à l’AFP
Ante los últimos casos de suicidios de jóvenes y adolescentes sucedidos en diferentes países, es importante revisar qué está pasando y qué soluciones surgen al respecto.A continuación, compartimos un artículo escrito por la terapeuta ocupacional con amplia experiencia en la infancia Victoria Prooday, el cual se ha vuelto viral, más de 10 millones de personas lo han leído y el número sigue aumentando.
La terapeuta comienza su escrito haciendo esta advertencia: “Sé que muchos preferirían no tener que enfrentarse a lo que digo en el artículo, pero sus hijos necesitan que ustedes escuchen lo que quiero decir. Incluso a quienes están en desacuerdo con mi perspectiva, les ruego que pongan en práctica las recomendaciones que comparto al final del artículo. Cuando vea los cambios positivos en la vida de su hijo, ¡entenderá por qué digo lo que digo!”
Hay una tragedia silenciosa que está ocurriendo ahora mismo, en nuestros hogares, y que afecta a las joyas más preciadas que tenemos: nuestros hijos. Después de tratar a cientos de niños y familias en mi trabajo como terapeuta ocupacional, soy testigo de una tragedia que está sucediendo frente a mis propios ojos. ¡El estado emocional de nuestros hijos es horrendo! He hablado con profesores y profesionales y tienen preocupaciones similares a las mías. Lo que es peor, en los últimos 15 años, las investigaciones han generado estadísticas alarmantes de un aumento brusco y constante en enfermedades mentales en niños, que ya es casi una epidemia:
• 1 de cada 5 niños tiene problemas de salud mental
• El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) aumentó en un 43%
• La depresión adolescente aumentó en un 37%
• La tasa de suicidio en niños de 10 a 14 años aumentó en 100%
¿Cómo solucionar este problema?
Si queremos que nuestros hijos lleguen a ser individuos felices y saludables, tenemos que despertar y volver a lo más fundamental. ¡Todavía es posible! Lo sé porque cientos de mis clientes ven cambios positivos en el estado emocional de sus hijos en semanas (incluso días en algunos casos) después de aplicar estas recomendaciones:
• Establezca límites y recuerde que usted es la madre o padre de su hijo, no su amiga o amigo.
• Provea a sus niños de un estilo de vida equilibrado basado en lo que necesitan, no sólo lo que quieren.
• No tenga miedo de decir «NO» a sus hijos si lo que ellos quieren no es lo que necesitan.
• Proporcione alimentos nutritivos y naturales.
• Pasen 1 hora al día en espacios verdes andando en bicicleta, caminando, pescando, observando aves e insectos.
• Disfruten de una cena familiar sin tecnología todos los días.
• Jueguen un juego de mesa al día.
• Que sus hijos cumplan con una obligación al día (doblar la ropa, guardar los juguetes, colgar la ropa, guardar los alimentos después de comprarlos, poner la mesa, etc.)
• Establezca una rutina para irse a la cama, que garantice que su hijo duerma largo tiempo en un dormitorio sin nada de tecnología.
• Enseñe responsabilidad e independencia. No los proteja en exceso contra pequeñas equivocaciones. Ayúdeles a adquirir las habilidades necesarias para superar los mayores desafíos de la vida.
• No prepare la mochila de su hijo, no le lleve la mochila, no le traiga a la escuela el almuerzo o la agenda que olvidó, y no pele el plátano para un niño de 5 años. Enséñele habilidades a sus niños en lugar de hacer las cosas por ellos.
• Enseñe a que posterguen la gratificación, y otorgue oportunidades para que se «aburran», ya que el aburrimiento es el momento en que la creatividad despierta. (Leer también: Por qué debes permitir que tu hijo se aburra)
• No sienta que usted es responsable por el entretenimiento de su hijo.
• No use la tecnología como una solución contra el aburrimiento.
• Evite usar tecnología durante las comidas, en el auto, restaurantes, centros comerciales. Utilice dichos momentos como oportunidades para entrenar el cerebro de sus niños y aprendan a funcionar en «tiempos aburridos».
• Ayúdeles a crear un «botiquín de primeros auxilios contra el aburrimiento» que contenga ideas de actividades para cuando «estoy aburrido».
• Esté disponible emocionalmente y comuníquese con sus niños, enséñeles habilidades sociales y cómo controlarse a sí mismos.
• Apague el teléfono hasta que los niños estén en la cama, evitando así que usted se distraiga con una herramienta digital.
• Conviértase en el entrenador de las emociones de su hijo. Enséñeles a reconocer y lidiar con la frustración y la ira.
• Enséñeles a saludar, tomar turnos, compartir, tener empatía, modales en la mesa, conducir una conversación.
• Conéctese emocionalmente: sonría, abrace, bese, cosquillee, lea, baile, salte o gatee con su hijo.
¡Es necesario que hagamos cambios en la vida de nuestros hijos antes de que toda esta generación de niños esté sumida en medicamentos! Aún no es demasiado tarde, pero pronto lo será …
Por Victoria Prooday, Terapeuta ocupacional. Traducción al español por Johanna Perez Ray. Publicado en su Blog
El ‘kintsugi’ es una técnica centenaria de Japón que consiste en reparar las piezas de cerámica rotas y que ha acabado convirtiéndose en una filosofía de vida. Frente a las adversidades y errores, hay que saber recuperarse y sobrellevar las cicatrices.
N UNA ÉPOCA dominada por el consumismo y la obsolescencia programada, lo más probable es que si una mañana te levantas con el pie cambiado y, en un tropiezo, se te cae la taza del desayuno, te resignes a recoger sus pedazos y los tires a la basura sin más. Algo impensable en Japón. Hace cinco siglos, surgió en el lejano Oriente el kintsugi, una apreciada técnica artesanal con el fin de reparar un cuenco de cerámica roto. Su propietario, el sogún Ashikaga Yoshimasa, muy apegado a ese objeto indispensable para la ceremonia del té, lo mandó a arreglar a China, donde se limitaron a asegurarlo con unas burdas grapas. No contento con el resultado, el señor feudal recurrió a los artesanos de su país, que dieron finalmente con una solución atractiva y duradera. Mediante el encaje y la unión de los fragmentos con un barniz espolvoreado de oro, la cerámica recuperó su forma original, si bien las cicatrices doradas y visibles transformaron su esencia estética, evocando el desgaste que el tiempo obra sobre las cosas físicas, la mutabilidad de la identidad y el valor de la imperfección. Así que, en lugar de disimular las líneas de rotura, las piezas tratadas con este método exhiben las heridas de su pasado, con lo que adquieren una nueva vida. Se vuelven únicas y, por lo tanto, ganan en belleza y hondura. Se da el caso de que algunos objetos tratados con el método tradicional del kintsugi —también conocido como “carpintería de oro”— han llegado a ser más preciados que antes de romperse. Así que esta técnica se ha convertido en una potente metáfora de la importancia de la resistencia y del amor propio frente a las adversidades.
La filosofía vinculada al kintsugi se puede extrapolar a nuestra vida actual, colmada de ansias de perfección. A lo largo del tiempo conocemos fracasos, desengaños y pérdidas. Con todo, aspiramos a esconder nuestra naturaleza frágil, esa que nos hace más humanos y auténticos, bajo la máscara de la infalibilidad y éxito. Se ocultan los defectos, aunque desde que nacemos nos recorre una grieta. Adam Soboczynski apunta en El arte de no decir la verdad (Anagrama) que hemos aprendido a camuflar “con gran esfuerzo, y manteniendo la compostura, incluso la más terrible de las conmociones que nos golpean”.
Somos vulnerables no solo física, sino también psíquicamente. Cuando las adversidades nos superan, nos sentimos rotos. A veces, es el azar el que nos lleva al punto de ruptura; otras, somos nosotros mismos, con nuestras elevadas expectativas no cumplidas y la avidez de novedad, los que nos metemos en el hoyo. El filósofo Josep Maria Esquirol defiende que “la memoria y la imaginación son las mejores armas del resistente”. Como animales dotados de creatividad, tenemos una poderosa herramienta en la capacidad de concebir alternativas a la realidad. Pero cuando soplan malos vientos, ¿qué más nos ayuda a resistir la embestida? La respuesta es, según la escritora Joan Didion, el verdadero amor propio. La gente con esta cualidad “es dura, tiene algo así como agallas morales; hace gala de eso que antes se llamaba carácter”. Y el logro de una vida plena pasa, además, por librarse de las expectativas ajenas y dejar atrás la compulsión de agradar. No hay recomposición ni resurgimiento sin paciencia. En el kintsugi, el proceso de secado es un factor determinante. La resina tarda semanas, a veces meses, en endurecerse. Es lo que garantiza su cohesión y durabilidad. Entre los cultivadores de la paciencia, Kafka ocupa un lugar privilegiado. Para él, la capacidad de saber sufrir y de tolerar infortunios era la clave para afrontar cualquier situación. Un día, mientras paseaba con un amigo, le dio este consejo: “Hay que dejarse llevar por todo, entregarse a todo, pero al mismo tiempo conservar la calma y tener paciencia. Solo hay una forma de superación que empieza con superarse a sí mismo”. La receta para vivir del autor de El proceso es sencilla, pero no por ello menos difícil: “Tenemos que absorberlo todo pacientemente en nuestro interior y crecer”.
Saber valorar lo que se rompe en nosotros nos aporta una serenidad objetiva. Apreciémonos como somos: rotos y nuevos, únicos, irreemplazables, en permanente cambio.
La práctica japonesa de reparar fracturas de la cerámica con resina de oro nos habla directamente a todos: a veces los defectos son las más grandes virtudes.
La herida es el lugar por donde entra la luz
Entre la afanosa muchedumbre de metáforas que relacionamos con la vida, la de la cicatriz es una que nos atañe a todos. El mundo se encarga de agrietarnos, de llenarnos de fisuras, y es allí donde reside para nosotros un crisol de posibilidades; la cicatriz se convierte en una ocasión para enfrentarnos al mundo. Mas nadie ha planteado esta metáfora con tanta belleza, con tanta claridad, como los japoneses en el arte kintsugi (o kintsukuroi).
El kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y deben mostrarse en lugar de ocultarse. Así, al poner de manifiesto su transformación, las cicatrices embellecen el objeto.
El poeta Rumi decía que “la herida es el lugar por donde entra la luz”.
En esta filosofía hay algo casi diametralmente opuesto a la manera occidental de ver la fractura, tanto anímica como material. En lugar de que un objeto roto deje de servir y lo desechemos, su función se transforma en otra: en un mensaje activo. El objeto roto pasa de ser una cosa a ser un gesto gráfico que nos incita a emular su poderosa transformación, y, metafóricamente, la herida pasa de ser un trazo de oscuridad a ser una ventana de luz.
El kintsugi es silencioso y manifiesto. Solo el trazar un incidente doloroso con polvo de oro es aceptarlo como una alhaja, como una raya luminosa en la piel del tigre.
Cada vez es más habitual comer pequeñas porciones de alimentos para matar el aburrimiento o paliar la tristeza, los nervios o los celos. Consciente de ello, la industria alimentaria ofrece un arsenal de productos que conectan con el centro de recompensas del cerebro.
“Mientras más productos salados, dulces y grasos se coman, más fácil resultará que las excitadas papilas gustativas encuentren los demás alimentos sosos”, alerta Carlos Casabona
Hace unos años, un periodista de The New York Times se preguntó a qué podía deberse el deseo irrefrenable que le llevaba cada día a comerse una galleta de chocolate a las tres en punto de la tarde, pese a no tener teóricamente hambre, por haber almorzado un poco antes. Gracias a sus ganas de resolver el misterio, Charles Duhhig acabó escribiendo un libro donde apuntó que no era el hambre lo que intentaba satisfacer con la galleta, sino la necesidad de hacer una pausa en el trabajo, por lo que sólo pudo dejar atrás este hábito cuando decidió concederse otro premio: dedicar los cinco primeros minutos de su jornada vespertina a conversar por teléfono con algún amigo.
Según pudo averiguar algunos meses después, Duhhig intentaba paliar sus pocas ganas de ponerse a trabajar por la tarde con un premio mucho más palatable que una zanahoria colgada de un palo, en una época, el año 2012, en que el “comer emocional” empezaba ya a causar estragos en amplios sectores de población, aunque el término se había incorporado a la literatura científica ya en 1957.
“Cuando comemos por emociones, buscamos en la comida aquello que no podemos resolver de otra manera”, explica la dietista nutricionista y doctora en Bioquímica, Griselda Herrero. El problema, apunta, es que al acabar de comer, se tienen dos problemas, “el que existía antes y el sentimiento de culpabilidad que provoca haber comido algo que no se quería”, remarca la coautora de Psiconutrición (Arcopress).
Hablamos, así pues, del hábito de acudir a la nevera o despensa a deshora en busca de un trozo de chocolate, un postre lácteo cremoso, unos cacahuetes recubiertos de miel o unas patatas chips crujientes.
Aunque Herrero señala que algunas personas comen manzanas o zanahorias al sentir apetito emocional, lo habitual es decantarse por productos muy procesados, ya que activan de forma mucho más poderosa el centro de recompensa del cerebro, liberando dopamina y serotonina, dos neurotransmisores que producen placer y premian aquellos comportamientos evolutivos que garantizan la supervivencia. Pero también ocurre al contrario: desde que empieza a formarse, el cerebro desincentiva lo amargo, ya que antiguamente los venenos solían tener este sabor.
Este proceso, dice Herrero, es mucho más acusado cuando se trata de alimentos ricos en azúcares y grasas, porque hace miles de años los nutrientes que proporcionaban mucha energía eran particularmente escasos. También el umbral de saciedad para los alimentos azucarados es más alto que para el resto, como demuestra que en casi todas las culturas sea habitual tomar alimentos azucarados al final de las comidas. Es decir, aunque una persona coma dos o más platos rebosantes de comida, todavía dispone de apetito para tomar dulces de postre.
La cuestión es que dar de comer a las emociones a horas intempestivas, a despecho del hambre real y los horarios establecidos, se ha convertido en un estilo de vida en la mayoría de países desarrollados. Los expertos citan tres causas que podrían haber contribuido a este fenómeno. La primera es la creciente necesidad de estar sobreestimulados. La segunda, la costumbre anglosajona de rendir culto al trabajo, restando tiempo a las comidas principales, a costa de picotear pequeñas cantidades de alimentos durante, prácticamente, las 24 horas del día. La última es que en la actualidad estamos más centrados en dar rienda suelta a las emociones que en ser racionales.
Aunque estos usos alimentarios no tienen por qué convertirse necesariamente en un problema, hay colectivos, como los niños y niñas, especialmente vulnerables a comer impulsivamente. “Desde el punto de vista pediátrico, lo que observo en consulta entre mis pacientes, tanto con sobrepeso como sin él, pero de una manera más acusada entre los primeros, es que los niños, al notarse un poco aburridos, comen para experimentar un placer que, en muchas ocasiones, no sienten en su vida diaria”, confirma Carlos Casabona, pediatra de atención primaria y experto en la prevención de la obesidad infantil.
Existe todo un sector de la industria alimentaria dedicado a buscar nuevos sabores para hacer más apetecibles los alimentos y conectar con los nuevos gustos y tendencias
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Para conseguir multiplicar el sabor de un alimento o darle personalidad, según la marca, existe todo un sector que trabaja para las multinacionales de la alimentación. El principal cometido de estas empresas, explica Irene Peral, experta en el desarrollo de nuevos productos en el centro tecnológico AZTI, es innovar constantemente hasta dar con sustancias que conecten con las nuevos gustos y tendencias que se registran a nivel mundial.
Algunos de estos aromas y sabores se utilizan en muchos sectores industriales, “especialmente, en bebidas energéticas, refrescos, lácteos, confitería, repostería, panadería, cárnicos, platos preparados y también en los productos farmacéuticos, que también usan aromas para facilitar su consumo”, detalla Peral.
Estas sustancias se utilizan para potenciar el sabor y que los productos sean muy apetecibles, “estimulando propiedades positivas en el consumidor, como el bienestar y la relajación”, indica esta experta, así como para recuperar compuestos que se pierden durante el proceso de producción, especialmente en productos con una fecha de caducidad larga.
Sin embargo, la decisión final de ingerirlos recae sobre el consumidor. Dado que estos productos están concebidos para ser degustados con mesura, los expertos aconsejan consumirlos muy ocasionalmente (es decir, tres veces al mes, como máximo).
Hay varios secretos para no sucumbir a las emociones. “El principal, tal vez, es saber diferenciar el hambre de verdad (que aparece de forma gradual, en las horas habituales de las comidas…) del comer emocional, para que la comida no decida por nosotros”, aconseja Griselda Herrero. El segundo paso “es posponer la decisión de comerse un bollo de chocolate o unas patatas fritas y preguntarse de qué servirá o cómo va se va a sentir uno después y pensar en una alternativa no comestible, como dar un paseo o telefonear a alguien”, añade. Y, si todo falla, es mejor tener preparado chocolate negro, almendras con cáscara o manzanas para que, al menos, las emociones puedan llevar una dieta saludable.
Eva Millet. LA VANGUARDIA MAGAZINE, MARZO 2011 ———- Versión pdf – ABUSOS PREVENCIÓN
Poner voz a la existencia del abuso sexual infantil ha sido un primer paso, fundamental, para combatir esta lacra, que está más extendida de lo que se quiere admitir. Pero otro aspecto, la prevención, es también clave para evitarla. En España ya hay entidades que trabajan en este sentido, con herramientas para hacerlo tanto a nivel escolar como familiar y social.
El abuso sexual infantil es una epidemia escondida. Las estadísticas dicen que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños pueden sufrirlo antes de cumplir los 18 años. Apenas uno de cada diez llegará a denunciarlo. El abuso no distingue entre poblaciones, estatus social, razas, ni religiones. Sus víctimas, por eso, tienen en común el ser personas con más probabilidades de padecer problemas psicológicos y relacionales en el futuro.
Si el abuso sexual infantil fuera algo tangible, como una enfermedad grave, se trataría con asiduidad en los medios de comunicación, se organizarían maratones televisivas y campañas recaudatorias. Pero el abuso sexual a menores es aún un gran tabú cultural: algo que está ahí pero que es tan terrible y provoca tanta vergüenza que no se habla de él. Este silencio es para Vicki Bernadet, artífice de la Fundación Contra el Abuso Sexual Vicki Benardet, uno de los problemas principales; “Porque hace que el abuso sea una realidad que no se asume”.
Sin embargo, poco a poco, el tema va saliendo más y más a la luz. Primero fueron las víctimas: valientes quienes se atrevieron a contar sus traumáticas experiencias en los medios, escribiendo artículos, libros y montando organizaciones como la de Vicki. Además, en los últimos años, a nivel político, se han elaborado propuestas legislativas, protocolos y planes de acción tanto a nivel estatal como de comunidades autónomas. Los innumerables casos de pederastia perpetrados por sacerdotes católicos han puesto el tema en las portadas de todo el mundo y son una muestra más de que el silencio ya no vale para una aberración que debe combatirse y, también, prevenirse. Y son los adultos, no los niños, quienes han de procurar esta prevención.
En Estados Unidos, un país pionero en la lucha contra la pederastia, la prevención es un aspecto que se tiene muy en cuenta. Y hay organizaciones sin ánimo de lucro, como ‘Darkness to Light’, especializadas en ella. “Los adultos son los responsables de la seguridad de los niños: en el coche, les ponemos los cinturones de seguridad, les damos la mano al cruzar la calle… Por qué, entonces, ¿no protegerlos también de un posible abuso sexual?”, se preguntan desde esta asociación, cuyas estadísticas indican que este tipo de protección es algo que los adultos, en gran parte por desconocimiento, no tienen en cuenta. Por ello, ‘Darkness to Light’ hace tiempo que tiene programas de prevención específicos para adultos, ya que consideran que la responsabilidad de este tema no puede dejarse en manos de los niños: “No es realista pensar que un pequeño de seis años pueda reconocer y defenderse de los avances sexuales de un mayor”, aseguran. Con este se ha preparado un programa “Siete pasos para proteger a nuestros niños” que ha sido adaptado por la asociación española RANA (Red de Ayuda a Niños Abusados, cuya presidenta, Elizabeth Homberg, es miembro de ‘Darkness to Light’). La guía, que puede descargarse en la web de la asociación (www.asociacionrana.org), recomienda, entre otras, acciones tan sencillas como aceptar la realidad (los abusos existen), reducir al mínimo los riesgos (la mayoría de los casos de abuso sexual infantil suceden cuando un menor está a solas con un adulto y, en más del 90% de los casos el niño y su familia conocen y confían en el abusador); hablar abiertamente del tema (menos de una tercera parte de los padres ha hablado y/o mencionado el tema del abuso sexual con sus hijos); estar alerta (de señales tanto físicas como psicológicas) y, si el niño o la niña explican, reaccionar siempre con calma y evitar la incredulidad, que puede hacerles sentir aún más culpables.
Como otras organizaciones en España, RANA desarrolla desde hace unos meses en los colegios un programa de prevención del maltrato y el abuso sexual infantil llamado ‘¡Grita muy fuerte!’. Está basado en un cuento (“¡Estela, grita muy fuerte!” ed. Fineo) escrito por Isabel Olid e ilustrado por Martina Vanda, que enseña a los pequeños de entre 6 y 11 años a reaccionar ante este tipo de situaciones, pero sin alarmarles. La idea es explicar a los niños que, si alguien les hace daño o algo que no les gusta, deben decir ¡para!, ¡basta! Y si esa persona sigue haciéndolo, hay que pedir ayuda, gritar si es necesario. “Sabemos por propia experiencia que hablar de un tema como éste con los niños es difícil. Sin embargo, lo que para nosotros es un tabú insuperable, para los niños que no han sufrido abusos es un tema como cualquier otro y se puede tratar con naturalidad”, explica su autora.
Así, el cuento es una herramienta útil, tanto para padres como para escuelas aunque, como explican desde la Fundación Vicki Bernadet, los centros todavía no están muy dispuestos a que se hable del tema en sus aulas. “Las familias deberían reclamar más información y formación en este tema, como talleres de prevención en sus escuelas, tanto para sus hijos como para ellos”, pide Bernadet.
Los adultos, añade la psicóloga de la Fundación, Pilar Polo, también han de estar alerta y aprender a preguntar, en especial si ven comportamientos extraños en el niño. “Si no preguntas, la gente no explica”, asegura. “Muchos de los niños que han sufrido abusos disimulan y se pasan la vida disimulando, y hay que vigilar, porque se les escapan cositas. Y si no nos lo quieren explicar a la primera, hay que tener paciencia y crear espacios de confianza… A veces el niño no está preparado para asumir su vergüenza y si lo presionamos le creamos un problema añadido”. Para la coordinadora de RANA, la también psicóloga Beatriz Benavente, esta confianza es fundamental: “La mejor educación que pueden dar los padres a sus hijos es establecer buenos vínculos, donde el diálogo se dé en todos los ámbitos. Desde muy pequeños ya podemos enseñarles que su cuerpo es suyo y que nadie se lo puede tocar sin su permiso, ni hacerle daño. Nuestros hijos tienen que saber que siempre podrán hablar con nosotros de lo que les está pasando y que nuestra responsabilidad como padres es la de protegerles”, asegura. Y, en caso de que el niño explique o hayan sospechas, hay que actuar.
“Hemos de ser capaces de saber que cuando un niño viene y dice que no quiere ir más a piano o a gimnasia no encuentre un reproche sino apoyo”, explica Vicki Bernadet. “Preguntar, acompañarle, actuar… Eso reforzará la confianza”. Y, si el niño explica o se tienen sospechas, lo que hay que hacer es asesorarse con profesionales que puedan explicar qué pasos dar (entre otros, en el Servicio de Protección al Menor, los Servicios Sociales Municipales, los Centros de Atención Primaria y la Oficina de Defensa de los Derechos del Menor). El abuso sexual de menores es un delito y debe denunciarse. Además, las estadísticas dicen que muy pocas denuncias de este tipo son falsas y que, si las víctimas reciben apoyo y ayuda psicológica, pueden superar el trauma.
AYUDAR A PREVENIR
La prevención tendría tres grandes etapas: la primera (de los 0 a los 8 años) y la segunda (de los 8 a los 12 y la de mayor riesgo para sufrir abusos), serían de construcción de una actitud: que los niños sepan que su cuerpo les pertenece y puedan nombre a lo que sienten. La tercera etapa coincide con la adolescencia y es más cognitiva: se trata de que puedan entender qué ha sucedido y tengan capacidad de actuar, poniendo límites y denunciando. Para todo ello, es necesario que los menores sepan:
Poner nombre a su cuerpo: En lenguaje coloquial o técnico, pero los niños han de saber cómo llamar a las partes de su cuerpo desde que empiezan a hablar. Y de forma específica. “Es muy importante”, afirma la psicóloga Pilar Polo. “Si no, cómo va explicar un niño pequeño que alguien ha entrado en su cuerpo si no sabe como nombrar sus distintas partes”.
Poner nombre a los sentimientos: A medida que crecen, los niños han de ser capaces de describir sus estados de ánimo. La adquisición de un vocabulario sentimental es fundamental, y no sólo para expresar un abuso, sino también para funcionar en la vida.
Su cuerpo es suyo: el niño tiene que sentirse dueño de su cuerpo y saber que hay partes que son más intimas que otras. También hay que respetar su pudor: las partes son suyas y no son accesibles a todos. Que sepan que uno de sus derechos es a la intimidad.
Hablarles claro, sin vergüenza: La pederastia existe y los niños deben saberlo. No hace falta hablar de cosas extrañas, brutales: se puede mencionar un beso distinto, una mirada que incomoda o una caricia que no es. “A veces magnificamos que los niños tendrán miedo de oir estas cosas pero la perversión la tenemos los adultos: los pequeños escuchan esto con tal ‘limpieza’ que lo elaboran bien”, asegura Vicki Bernadet
Los adultos no siempre tienen razón: Las personas no son perfectas, tampoco los padres y las madres, ni los familiares ni maestros. “A veces les damos el mensaje que los adultos siempre tenemos la razón y no es cierto”, explica Bernadet. Transmitirles que si hay un adulto que hace alguna cosa que les molesta, no les gusta, se puede hablar de ello.
Enseñarles a decir NO: Los niños pueden decir ‘no’ sin que dejen de sentirse queridos. Su afectividad ha de ser libre. No hay que exigirle besos ni abrazos. Un beso no equivale a ser bien educado. “Hay que decirle: ¿que me dejas darte un beso? Pedirle permiso para entrar en su territorio”, explica Pilar Polo.
Preguntar: Hay que estar alerta e interesarse por los menores con preguntas como ¿Hay algo que te preocupa?, ¿alguna persona te está molestando?, ¿hay alguna cosa que te hace sentir mal?… El adulto no puede poner palabras ni nombres que el niño no ha dicho porque, si hubiera un abuso, a nivel judicial esto supondría un problema.
Crear confianza: Si el niño o niña nos piden ayuda por algo, hay que intervenir: “Si el adulto lo reconforta, le soluciona su problema, si aparece un abuso, éste será otro más”, afirma Polo. “Y si los padres hacen lo que hemos dicho hasta ahora”, añade, “espontáneamente, el niño, el día el día que tenga una intromisión, como no estará acostumbrado a ella, lo dirá”.
Fuentes: Fundación Vicki Bernadet (www.fbernadet.org), Asociación RANA, Save the Children, Darkness to Light.
ABUSO EN INTERNET
Como explica Liliana Orjuela López, de Save the Children, una de las formas de abuso sexual que tienen cada vez mayor incidencia y riesgos para niños, niñas y adolescentes es el abuso sexual en internet. Se calcula que uno de cada cinco menores son solicitados sexualmente en este medio. Para prevenir esta faceta del abuso la oenegé ha lanzado una nueva campaña y desde 2008 participa en una blogocampaña contra la pornografía infantil en la red: http://www.savethechildren.es/pornografia-infantil-no.php,
NO HAY SINO UN PROBLEMA FILOSÓFICO REALMENTE SERIO: EL SUICIDIO. ALBERT CAMUS
Creemos necesario que se hable sobre esta realidad, que se compartan perspectivas y reflexiones, de manera que podamos imaginar y organizar estrategias colectivas contra la devastación.
No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio. Albert Camus
El suicidio es el único acto fallido que no falla jamás, que siempre tiene éxito. Lacan
El suicidio es una solución permanente a un problema temporal. Mark Gold
Más de 800.000 personas se suicidan al año en el mundo según la organización Mundial de la Salud (O.M.S). En 2015 se convirtió en la segunda causa de muerte de personas de entre 15 y 29 años, aunque se puede producir a cualquier edad y en cualquier región del mundo.
El suicidio es ya la primera causa de muerte no natural en España, por encima incluso de los accidentes de tráfico. Muchas son las situaciones sociales que empujan al suicidio de un modo desesperante e innecesario, ya que nuestra organización social impuesta es abusiva, injusta y “sutilmente” autoritaria, donde se fomenta, por encima de todo, la competencia, el individualismo egoísta y el amor al dinero. Sometimiento económico, alienación, descomposición moral, cosificación. Esto se traduce en personas cada vez más aisladas, neuróticas, depresivas, monótonas, sin metas vitales propias, como seres prefabricados en serie para la producción y el consumo, y que muchas veces, al ser marginados de esa rueda tienen sentimientos de total inutilidad y de pesimismo respecto al futuro. Es lo que Ronald Laing definiría como “jaque mate social”, es decir, una insostenible situación social a la que ha sido conducido un individuo cuando se le limitan las opciones hasta la extenuación. Para Laing, en estos casos, solo quedaría la locura o la muerte. El suicidio sería como una patología social que indicaría la degradación social existente en nuestro mundo globalizado e hipercapitalizado.
Según el I.N.E (Instituto Nacional de Estadística) cada día se suicidan más de 10 personas en España. La tasa media nacional de suicidios se sitúa en torno a 8,35 suicidios por cada 100.000 habitantes. Soria (18,2 suicidios por cada 100.000 habitantes) y Segovia (10,67 suicidios por cada 100.000 habitantes) son las provincias con mayor tasa de suicidios, seguramente por su baja densidad de población. Entre Córdoba, Granada y Jaén existen tres pueblos (Alcalá la Real, Priego e Iznájar) con la más alta tasa (26,6) de suicidios de España. Según estudios del INE, desde el inicio de la crisis el suicidio subió de 2007 a 2009, descendió en 2010 y a partir de entonces comenzó a aumentar cada año. De 2007 a 2014 el número de suicidios ha crecido en 647 personas, un 20% más desde el inicio de la crisis económica. En el año 2013 se suicidaron 3.870 personas, y en el 2014 fueron 3.910 personas. …
Según la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), el 34% de los suicidios es resultado de desahucios. Afirman que la relación que existe entre suicidio y desahucio no es visible ni aparente y es complicado, en algunos casos, relacionarlos explícitamente; es decir, no se puede hablar de una relación causa-efecto directa. Los datos del INE muestran poca coincidencia de muertes por suicidio con los ciclos económicos, aunque esta afirmación sea algo reduccionista, ya que por ejemplo, en 2010, después de unos años de crisis y recortes, se produjo la tasa más baja de suicidios en 17 años. Habría que señalar que a partir de 2011 el INE incorporó los datos de los Institutos de Medicina Legal que antes no se contabilizaban, produciéndose desde entonces un aumento medio de más de 400 casos de suicidios anuales, sin los cuales se tendrían ahora unas cifras parecidas a las de los últimos 20 años.
El suicidio también es la primera causa de muerte entre los jóvenes en España. Existen más casos de suicidio entre los jóvenes que entre personas de mayor edad. Los factores de riesgo más comunes suelen ser el acoso escolar, haber sufrido abusos sexuales, una identidad sexual no asumida por la presión social o el consumo de alcohol y drogas reiterado (posiblemente esto sea más una consecuencia de un problema más profundo que un factor de riesgo). Resulta sorprendente que gente con toda su vida por delante y con posibilidades de poder reaccionar y dar un vuelco a su situación, en vez de reconducir su vida aboque por quitársela. Las situaciones tienen que ser duras, y de difícil comprensión para las que no las sufren y padecen.
El suicidio, según las estadísticas, se da más en hombres que en mujeres. Existen más suicidios consumados en hombres que en mujeres (2.938 hombres y 972 mujeres en 2014), aunque las mujeres protagonizan más tentativas. El caso de los hombres se podría explicarse por una mayor impulsividad biológica por el factor hormonal y por otros factores psicológicos como expresar menos sus emociones o tener menos redes de apoyo exterior que suelen dar una mayor fortaleza psicológica y resistencia[4]
Tampoco el suicidio es un problema de salud mental como tal, es más un problema de salud existencial, de vacío, estrés, de no poder dirigir sus vidas y de entregárselas a la política profesional, de ser seres vendidos a la máquina productivista tecno-industrial y a su amo el dios dinero. No tienes que ser un enfermo mental para matarte, es más, la mayoría de la gente que se suicida no está legalmente “loca”, ahí es donde surge la paradoja. La sociedad-mercado que nos oferta y condiciona a ser meras piezas de la máquina capitalista, va moldeando nuestras emociones, instintos, conductas, sentimientos a su imagen y semejanza para transformarnos en seres ultradependientes del Estado y el capital, lo cual eso sí que es verdaderamente enfermizo o diabólico. Cuando se nos margina o excluye y entramos a formar parte de los marginados del Sistema se rompen nuestros esquemas personales y sociales que dan paso a una sensación de decepción, tristeza, infravaloración o depresión, ya que todas las ilusiones inculcadas de triunfo y bienestar por la sociedad de consumo se ven abocadas al fracaso y con ellas al derrumbe existencial y vital.
Pero, ¿es necesario buscar una razón para vivir?, ¿no sería más cierto lo contrario? La vida tiene en sí misma su sentido, su fuerza imparable, sus posibilidades, acontecimientos inciertos y futuros distintos que nos hace pensar que la autodestrucción es la ultimísima salida que se nos vendría a la cabeza. Alguien dijo que un suicida consumado es un rebelde desaprovechado. Su valor queda malgastado para mejores labores. El suicidio es un arma en las manos de cada una, un instrumento de todo o nada a nuestro servicio. No simplemente podemos considerarlo como el desencadenante de una enfermedad o del final de un proceso patológico, pues no suele serlo. Siempre creemos que hay que estar “loco” para acabar con tu propia vida, lo único que realmente tienes tuyo, pero tal vez este mundo tan deshumanizado, tan alienante y masificado haga que la vida para algunas personas no merezca la pena ser vivida, sea un infierno, una agonía constante que haga parecer la muerte como única salida al sufrimiento constante. Nuestro mundo decadente no parece que vaya a despertar de ese sueño autodestructivo que los dirigentes y poderosos nos han sumergido. La locura acumulativa, la devastación de la naturaleza y las ansias de poder nos abocan al sinsentido más grande que ha padecido la humanidad. No nos puede sorprender que existan personas que, por distintas circunstancias, pretendan acabar con su agónica existencia. Pero, pese a todas las contradicciones, es necesario que podamos decidir sobre nuestra vida y nuestra muerte, pues es lo único que realmente nos pertenece. El suicidio es en sí un acto contradictorio, paradójico y extravagante: de odiar y amar.
(18) El uso masivo de psicofármacos está tan arraigado en las sociedades consumistas gracias a la falta de apoyo comunitario entre la gente por el fuerte individualismo que impera, ya que la falta de empatía y la atomización social conllevan una mayor dependencia y confianza del Estado y de los estamentos medico-farmacéuticos. Tampoco existen muchas alternativas autogestionadas y alejadas del uso de psicofármacos, y para muchas personas acaba siendo más sencillo y práctico medicarse para aliviar su sufrimiento sin tener que recurrir a nadie más que a su psiquiatra o médico de familia. También los círculos cercanos de las personas con cualquier problemática mental suelen alejarse de esta, ya que la consideran en ciertos casos como una carga o que simplemente no quiere aguantar sus lamentaciones o llantos.