Category Archives: Transexualitat

Por qué los hombres se suicidan más que las mujeres y qué tiene que ver con el machismo

En España, los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres, aunque los expertos alertan de que ellas lo intentan más; son muchos los factores que entran en juego, pero los estereotipos de género y los mandatos patriarcales también tienen que ver con estas cifras

Cuando el psicólogo Iñaki Lajud lanzó la pregunta en el grupo de hombres que dinamizaba, prácticamente todos levantaron la mano: “¿Quién ha pensado alguna vez en quitarse de en medio?”. El resultado sorprendió a los hombres, pero no al psicólogo. “Suele repetirse en los grupos en los que reflexionamos sobre cómo ha influido el machismo en nuestra forma de vida”, explica el profesional de la asociación Masculinidades Beta.

Los datos avalan esa mayoría de manos levantadas. En España, los hombres se suicidan tres veces más que las mujeres, una tendencia generalizada en los países ricos, y que confirman los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Varios estudios muestran, no obstante, que las mujeres registran más intentos de suicido. Aunque en un fenómeno como este son muchos los factores que entran en juego, los estereotipos de género y los mandatos patriarcales también tienen que ver con estas cifras.

Los suicidios son tres veces más frecuentes entre los hombres

Evolución de la tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes en España por géneros

En 2021, 4.003 personas murieron por suicidio: 2.982 hombres y 1.021 mujeres. Los datos indican que hay 12,8 suicidios por cada 100.000 hombres y 4,2 por cada 100.000 mujeres. Desde 2019, los suicidios han aumentado, tanto en hombres como en mujeres, aunque la proporción y la diferencia entre sexos sigue siendo parecida. Aunque la extrema derecha ha utilizado estos datos como arma arrojadiza contra el feminismo, lo cierto es que el análisis de expertos concluye justo lo contrario: son precisamente los mandatos patriarcales los que influyen negativamente en la salud de los hombres (y también de las mujeres) y los que se suman como factor de riesgo del suicidio masculino.

La psicóloga experta en trastorno mental grave y especialista en suicidio Paula G. Valverde Fonseca subraya que el del suicidio es un fenómeno multifactorial en el que influyen muchas variables, desde factores genéticos a sociales y económicos: la existencia de traumas, discriminaciones, antecedentes familiares, trastornos mentales, dolor crónico, consumo de sustancias, situación financiera, abusos, existencia o no de red de apoyo…

Los datos e investigaciones, agrega la experta, apuntan en una doble dirección: “Los hombres fallecen más por suicidio, pero las mujeres lo intentan mucho más. Así que los hombres cometen intentos letales con más frecuencia que las mujeres”. Ese hecho, que las mujeres registran más intentos de suicidio, lo constatan diferentes estudios internacionales.

¿Cómo es posible, entonces, que los hombres mueran más por suicidio? Una explicación tiene que ver con los métodos: los hombres eligen formas más letales. “Son más eficaces a la hora de tomar la decisión. Existe una cuestión de género tanto en la eficacia como en los métodos elegidos: son métodos más letales, además, el haber meditado el plan hace más difícil el rescate. A veces, o el método falla o la persona es rescatada a tiempo y digamos que los hombres tienen eso más en cuenta, que no falle el método y que no les rescaten a tiempo”, apunta Valverde Fonseca. La autora del libro Prevenir el suicidio: una guía para ayudarte a ayudar (Almuzara) prefiere no especificar las diferentes metodologías utilizadas pero asegura que las formas elegidas por los hombres suelen implicar niveles más elevados de violencia.

El antropólogo mexicano Benno de Keijzer, especialista en salud y género, insiste en que las mujeres utilizan medios “no necesariamente letales”. Si bien cualquier suicidio puede ser considerado como una llamada de socorro, De Keijzer cree que esta diferencia puede indicar que en muchas mujeres el intento es más “una petición desesperada de ayuda”, mientras que los hombres “ni siquiera piden ayuda” y ejecutan con más violencia una decisión aun más meditada.

Las tasas de suicidio son más elevadas en los países bálticos

Tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes, entre hombres y mujeres, en cada país. Datos de 2017. No hay datos para los países en gris

La tormenta perfecta
El psicólogo de Masculinidades Beta Iñaki Lajud considera que, en el caso de los hombres, hay una mezcla de factores, algunos muy relacionados con la masculinidad tradicional, que terminan formando una “tormenta perfecta”. “Muchos hombres tienen intenciones suicidas en algún momento de sus vidas, durante periodos malos, pero luego no siempre llevan a cabo ese pensamiento, ni siquiera hay un intento. Pero ahí subyace una muy mala gestión emocional. Los hombres identificamos muy mal las emociones, no las detectamos, no las sabemos manejar… eso hace que haya estados que no identifiquemos como un problema”, asegura.

“Además –prosigue Lajud– tenemos la idea de que podemos solos. Para los hombres, pedir ayuda es un símbolo de debilidad, mostrar cómo nos sentimos es ponernos en un lugar de vulnerabilidad. Y para la masculinidad tradicional, la vulnerabilidad es debilidad”, apunta.

Según el estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD ‘La caja de la masculinidad’, “el tipo de posicionamiento frente a la masculinidad tiene un claro impacto sobre la salud mental”. El informe recoge que el 51,2% de las mujeres de entre 15 y 29 años afirma haber experimentado ideas suicidas alguna vez o con frecuencia, frente al 34,3% de los hombres de la misma edad.

También son más mujeres que hombres las que afirman haber sufrido algún tipo de problema psicológico o psiquiátrico en el último año. Sin embargo, el estudio muestra cómo, entre los hombres, el malestar psicológico y las ideas suicidas se incrementan en aquellos que se sitúan dentro de “la caja de la masculinidad”, esto es, dentro de los valores tradicionales que se le asocian. El porcentaje es mucho menor en aquellos que se sitúan más lejos de ese estereotipo.

Paula G. Valverde Fonseca constata que “la cuestión cultural” marca importantes diferencias: “Las mujeres estamos más acostumbradas a apoyarnos y comunicarnos para buscar soluciones mientras que parece que los hombres tienen que ser autosuficientes, desatendiendo incluso el sufrimiento psicológico. Para nosotras es más habitual buscar una solución en comunidad, en nuestra red de apoyo, o buscarla fuera, en psicología, psiquiatría, terapia ocupacional… Esta búsqueda de apoyo no se da tanto en los hombres, en buena parte por miedo a lo que van a pensar los demás”. Curiosamente, apunta la experta, las mujeres llegan en menor medida a los recursos de salud mental, como centros de día o de rehabilitación. Es decir, las mujeres buscan más ayuda, formal o informal, pero son derivadas en menor medida a determinados dispositivos.

“Por un lado, en los hombres influye la presión de que tienes que volver a ser productivo, recuperarte, seguir. Y, sin embargo, parece que las mujeres, socializadas para ser cuidadoras, no necesitan esa ayuda mientras sigan ‘sirviendo’ para cuidar a sus familias y mantener el hogar. Todo eso es un factor para la cronificación del sufrimiento de las mujeres, porque no están viendo sus necesidades atendidas, y un factor de riesgo para los hombres porque la urgencia para que vuelvan a ser productivos puede llegar a desatender la situación de vulnerabilidad en la que están”, explica la psicóloga. Esos estereotipos, apunta, influyen en quienes experimentan una situación de sufrimiento pero también en los profesionales que deciden a quién derivar a un recurso.

Los hombres se suicidan más en todo el mundo

Tasas de mortalidad por suicidio, por cada 100.000 habitantes, ajustados por grupos de edad. Se agrupan los países según su renta. Datos de 2017 o el último año anterior disponible

Más allá de quién llega a esos centros, la psicóloga pone en cuarentena el enfoque que muchas veces tienen los tratamientos y las intervenciones con personas que sufren. “A menudo se trabaja desde la funcionalidad, desde la recuperación de las funciones que te van a hacer útil para la sociedad, desde la vuelta al trabajo, pero no tanto desde la atención a las necesidades emocionales. La urgencia puede evitar que se trabajen herramientas de comprensión y comunicación, de acercamiento y proceso de las emociones, algo que seguramente muchos hombres necesiten. Es atender a la punta del iceberg”. Y atender solo la punta del iceberg puede empeorar o cronificar determinados estados mentales.

Amigos, pero no para hablar de sí mismos
La brecha de género en el suicidio se agranda con la edad. A partir de los 70 años, el impacto crece muy significativamente entre los hombres, y no así entre las mujeres. Entre los 80 y los 89 años, la tasa de suicidios es del 34,3 por cada 100.000 en los hombres y del 7,1 en las mujeres. Este aumento tan significativo de la diferencia podría estar relacionado con la red social con la que cada persona cuenta.

Las diferencias por género en los suicidios se acentúan con la edad

Tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes en España, por géneros y grupos de edad, en 2020:

El antropólogo Benno de Keijzer habla de “la caída del sistema” que tiene lugar para muchos hombres en la tercera edad. “El hombre jubilado se queda sin su lugar-identidad, muy centrada en lo laboral, y se queda sin proyecto porque no lo ha construido o preparado. Muchos regresan a casa a tiempo completo sin involucrarse en lo doméstico o en la crianza, como sí lo hacen las mujeres, jubiladas o no. También las mujeres logran construir más vínculos emocionales significativos y diversos que los hombres”, explica a elDiario.es. Los datos de suicidio , dice, muestran el impacto que llegan a tener “los mandatos de la masculinidad tradicional” para muchos hombres: “Ese tener que ser los fuertes, no poder pedir ayuda, no reconocer la vulnerabilidad, tener un concepto equivocado de autosuficiencia”.

El factor social es también una de las claves que menciona el psicólogo Iñaki Lajud: “Un gran mandato de la masculinidad es no hablar de nuestras emociones, es ser frío, la independencia. Eso nos da estatus”. Un hombre puede tener muchas amistades, pero ¿qué tipo de amistades? Contar con una red robusta tiene más que ver con la calidad que con la cantidad de relaciones.

“Puedes quedar para ver el fútbol o jugar al pádel y te vas luego a casa y no has hablado de ti o no sabes bien cómo está tu colega. Nosotros nos vinculamos más a través de las acciones y las mujeres a través de las palabras y de crear intimidad. Una mujer queda con sus amigas y hablan o incluso quedan para hablar, nosotros siempre tenemos una actividad por medio y en los silencios los temas que se suelen tratar son la política, los deportes, la tecnología, la música… pero no hablamos de nosotros mismos, de nuestros miedos, preocupación sentimientos”, afirma el psicólogo. Las conversaciones masculinas giran en torno al afuera y el interior se vuelve así un terreno menos explorado y, desde luego, mucho más difícil de compartir con los otros.

Cuando existe un sufrimiento o alguna patología, “el mandato de no pedir ayuda hace que vayamos cayendo en una espiral cada vez más compleja y sin salida, que incluye no buscar atención psicológica”, añade Benno de Keijzer. Iñaki Lajud subraya la importancia de la red social, “de tener a diferentes personas de diferentes ámbitos y momentos de la vida que nos puedan proporcionar cariño, escucha, alternativas.”. “Con compartir el dolor y pedir ayuda y dejar que nos ayuden se solucionarían muchas cosas”, agrega el psicólogo, que habla de la importancia de contar con una red que permita contrastar los malos pensamientos que pueden llegar a tenerse.

Paula G. Valverde Fonseca habla de otra de las diferencias de género que existen y que tiene que ver con las metodologías del suicidio: “Las mujeres pueden ser hasta cuidadosas, piensan en quién las va a descubrir, que no quieren molestar a nadie.. hasta en ese momento están cuidando. Los hombres sienten que tienen que hacerlo y lo hacen sin importar tanto esas circunstancias y eso tiene mucho que ver con la socialización de género”.

En cualquier caso, la experta recuerda que apenas se registran como suicidios una pequeña parte de los que en realidad lo son. Algunos accidentes o abandono de tratamientos también podrían responder a esa lógica, pero no se reconocen como tales en la estadística. Y eso, aventura, podría cambiar algunas de las cifras que conocemos.

https://www.eldiario.es/sociedad/hombres-suicidan-mujeres-ver-machismo_129_9806017.html

Sandra, transexual arrepentida: «Cambiar de género te convierte en un paciente enfermo de por vida»

Después de todo el dolor físico y mental por el que ha pasado, le parece deleznable que se lleve a cabo la polémica ley trans

andra Mercado nació varón, pero desde que tiene uso de razón le han gustado los hombres. En el pueblo donde nació en el 1986 todo el mundo era heterosexual, por lo que ella creció en un ambiente totalmente contrario a lo que ella sentía. Su madre siempre la apoyó y nunca le dio importancia. En cambio, su padre, que tenía problemas con el alcohol y las drogas y maltrataba a su mujer, nunca lo aceptó. Lo mismo pasaba con sus abuelos: cuando Sandra salía de casa vestida con los colores que se llevaban en los 90 –o las mechas tan características de la época– le decían «maricón, ¿dónde vas con eso de niñas?».

La cosa no solo era familiar. En el instituto, Sandra sufrió bullying por parte de los compañeros y de los profesores. De hecho, nunca terminó sus estudios. «Yo sufrí mucho la discriminación, todo el mundo me insultaba», explica a este medio.

Sandra vivía con miedo, le perseguían por las calles para darle palizas. Fue ahí, en la adolescencia cuando inconscientemente comenzó a interpretar muchas cosas. Como dejó los estudios en 3º de ESO, se desplazó a Barcelona a estudiar Arte Dramático para ser actor, pero comenzó a decaer. «Empiezas a avergonzarte de tu cuerpo y te avergüenzas de ser homosexual. Sentía que estaba cometiendo un delito», comenta.

Fue creciendo y comenzó a salir con amigos que no le convenían. Fue en ese momento cuando comenzó en el mundo de la noche, donde conoció la disforia de género: «Por mucho que yo llevaba ropa de chica, yo en el espejo veía un hombre y odiaba mi vello corporal al igual que algunas facciones».
Llegó un día que su madre decidió separarse de su padre y Sandra le dijo a su madre que era una mujer. En ese momento, le comentó los tratamientos hormonales que había –que anteriormente se lo habían comentado los transexuales que conoció en el mundo de la noche– y decidió comenzar su «mal llamado cambio de sexo». Para ello, lo primero que hizo fue acudir a un psicólogo, que al verle tan femenino y su voz le dio la razón. «Lo que yo denuncio a día de hoy es que cuando una persona con disforia consulta a un psicólogo o psiquiatra lo que hay que hacer es indagar en la raíz del problema que tiene esa persona, porque esa persona tiene disconformidad con su propio cuerpo, y no hay que empujarlo a mutilarse».
Como casi todos los transexuales, comenzó a hormonarse antes de tiempo: «Te decían qué tomar en la calle. Además, tuve que ejercer la prostitución para poder pagarme los tratamientos». Luego fue al endocrino, pero no consultaron a ningún profesional en salud mental y le dieron más hormonas. «Este endocrino privado me llevó un control durante un buen tiempo con estrógenos pinchados, me dio un andrógeno, que es un medicamento muy tóxico y que lo siguen recetando, ya que hoy es un medicamento que se usa para el cáncer de próstata». Tras los tratamientos, Sandra comenzó a experimentar efectos secundarios en su cuerpo que no eran habituales, empezó a estar montada en una montaña rusa de sentimientos de la que nadie le advirtió.
Cuando decidió hacerse una vaginoplastia solicitó cita en la Unidad de Género del Hospital Clínico de Barcelona. Durante las citas en el centro médico no profundizaron en nada relevante: «En el periodo de reflexión me preguntaron si me gustaba el rosa y si me vestía de chica o si en el sexo era activa o pasiva», relata Sandra. Aun así, decidió someterse a una vaginoplastia, intervención para la que había una lista de espera de seis años. «Yo tenía ansiedad, ataques de pánico, depresión, pero me sentía feliz porque creía que iba a cumplir mi sueño», cuenta. Era cuestión de tiempo.
Llegó la ansiada operación, pero una vez salió del quirófano, la realidad le golpeó muy fuerte. Tras varias semanas de dolores y de sufrimiento comenzó a dudar: «Todo esto es muy experimental. Me dieron documentos para firmar que no vi. Entre otras cosas, acepté sin saberlo que me grabasen haciéndome una vaginoplastia, que lo veo bien si es para seguir avanzando en la ciencia. Ahora, he recuperado todos los informes».

Cuando se realizó la operación, se dio cuenta de que había perdido muchísima sangre, pero no le dieron importancia. De hecho, tal y como comenta, lo tomaron todo con mucho secretismo, sin contarle nada. Los dolores cada vez eran mayores, tanto, que tuvieron que ponerle morfina y dos bolsas más de analgésicos que le hacían ver alucinaciones y acrecentaron sus ataques de ansiedad.

Varios años después, Sandra seguía experimentando dolores muy fuertes, tenía una inflamación de la uretra muy severa, pero el doctor solo le mandaba antiinflamatorios: «Tener problemas después de pasar tanto dolor, psicológicamente te machaca y acabas mal», explica Sandra. Le construyeron una vagina, pero nada estaba como le dijeron. Una vez más, le habían ocultado información. «Ahí me di cuenta de que éramos conejillos de indias, porque el doctor me dijo que estaban probando cosas nuevas», admite.

Tres años después, volvieron las complicaciones. Ella pensaba que tenía infección de orina, pero de nuevo, la falta de información le hacía errar. Comenzó a investigar por su cuenta y descubrió que lo que realmente le pasaba era que le habían dejado mal el suelo pélvico durante la intervención. Nadie le dijo nada y tuvo que descubrir por su cuenta algo por lo que va a tener que tratarse de por vida. «Cuando veo todo lo que me pasa y pienso que hay madres que se llevan a sus niños a que les den hormonas cruzadas, es una locura. Deben pensar en cómo estará ese hijo en 50 años, pero no psicológicamente, sino mentalmente», avisa Sandra, que sabe de lo que habla.

Toda está situación Sandra la ha plasmado en un libro llamado La estafa del transgenerismo quesaldrá a la venta a principios de noviembre. En él la autora cuenta su vida y como ha peleado y superado momentos para ser quién es hoy.

¡¡Atentas!! ¡¡Atentos!!
La estafa del transgenerismo
Memorias de una destransición
¡A la venta a principios de noviembre!
En breve comunicaré la fecha en la que podéis comenzar a comprar mi libro.
LibrosRecomendados #TransRightsAreMenRights #StopDelirioTrans

Crítica a la ley trans
Después de todo el dolor físico y mental por el que ha pasado Sandra, le parece deleznable que la polémica ley trans llegue a su aprobación impulsada por el Ministerio de Igualdad, bajo las órdenes de Irene Montero.
«Es como si el Estado quisiera adueñarse de los menores para experimentar con ellos. Es terrible porque ese niño o niña necesita ayuda. Todos los que sufrimos disforia necesitamos ayuda de verdad. Y que la transición sea la última opción», anota Sandra.
«Tienen que investigar para salvar vidas, porque cambiar de género te convierte en un paciente enfermo de por vida». Sandra no quiere tomar hormonas de por vida, pero ya no tiene otra opción. A día de hoy, visita con regularidad a todo tipo de médicos. Sigue arrastrando las consecuencias de una operación de cuyas consecuencias no le informaron. En la actualidad le duelen el estómago y los intestinos: «Las hormonas femeninas me han dejado en el estómago como dispepsia o distensión. Me han dejado una hinchazón estomacal que ya es crónica», concluye.

https://www.eldebate.com/sociedad/20221022/te-convierte-en-un-paciente-enfermo-de-por-vida_67781.html


La “estafa” trans: “La transexualidad es homofobia, terapia de conversión para homosexuales”

Tras sufrir daños irreversibles, Sandra Mercado denuncia la “degradación de la transexualidad” que pretende Irene Montero y el “nuevo fascismo queer”.

Sandra Mercado, transexual | LD

Desde que la ministra de Igualdad, Irene Montero, anunció la llamada ley Trans, las feministas han venido denunciando que dicha normativa es literalmente “una aberración“. Sin embargo, no son las únicas. Aunque muchos no se atreven a alzar la voz, lo cierto es que cada vez son más los propios transexuales que la consideran “una locura”. Sandra Mercado es una de ellos. “La transexualidad es homofobia, terapia de conversión para homosexuales“, denuncia abiertamente.

Sandrita -como le gusta que la llamen- nació siendo un hombre. Y hoy, insiste, lo sigue siendo, a pesar de su apariencia de mujer. Hace unos años completó su transición con una vaginoplastia y, en contra de lo que esperaba y de lo que muchos le prometieron, su disforia no ha desparecido. Darse cuenta de la “estafa” de la transexualidad le hizo caer en un pozo muy hondo: “Es como si te hubieras hecho de una secta y, de repente, fueras consciente de ello. Para mí fue un shock el darme cuenta de la verdad de la transexualidad”.

Hoy, gracias a la ayuda de psicólogos y psiquiatras -abolicionistas del género, matiza- resurge de sus cenizas para mostrar al mundo esa verdad a través de su propia historia. Lo hace en su canal de Youtube y en esta charla con Libertad Digital, en la que denuncia “ese nuevo fascismo llamado queer, lleno de purpurina” por el que se ha dejado llevar la ministra de Igualdad y que, según dice, ha desembocado en una “degradación de la transexualidad“.

Nazismo, maltrato y acoso escolar

“Yo siempre tuve claro que era homosexual. En el colegio, yo me enamoraba de chicos, como mis amigas. Nunca he sentido atracción por las mujeres”, arranca su relato. No era lo único que tenía claro: “Ya en la guardería, siempre me fijaba en las profesoras con el pelo largo, en el maquillaje, en los tacones… Todo eso me fascinaba, pero no me hacía plantearme que fuera una niña, simplemente yo tenía esos gustos”.Me perseguían por la calle para intentar matarme, me hacían bullying en el colegio y hasta mi padre me llamaba ‘maricón’

sandrita-sandra-mercado-transexual-05-11022022.jpeg
Sandra Mercado, cuando todavía era un niño

Sin embargo, todo aquello pronto empezó a ocasionarle graves problemas en el pueblo en el que vivía, un pequeño municipio situado a unos 40 kilómetros de Barcelona, donde se convirtió en el objetivo de uno de los tantos grupos neonazis de principios de los 90. “Me perseguían por la calle para intentar matarme, me hacían bullying en el colegio y hasta mi padre me llamaba ‘maricón’ -explica tratando de no dejarse llevar por el dolor de los recuerdos-. Me obligaba a jugar al fútbol, me decía que tenía que ser del Real Madrid, y yo todo eso lo odiaba. Yo solo quería barbies, me gustaba el color rosa… Pero esperaban que yo me comportara como un machote. No me dejaban expresarme como yo quería, porque a la mínima ya me decían que todo eso era de niñas”.

Su madre fue la única que trató de comprenderle: “Fue a hablar con las profesoras para preguntarles qué me pasaba y ellas le dijeron que no tenía ningún problema, que los juguetes no eran nada más que eso, juguetes, así que me compraba todas las muñecas que yo quería, pero me las escondía debajo de la cama para que mi padre no las viera”.

La ‘plumofobia’ y el origen de su disforia

Hoy, a sus 35 años, es consciente de que todo aquello fue el origen de su disforia. Y no sólo la homofobia, sino también la “plumofobia” que existe en la sociedad y a la que, según dice, contribuyen muchos homosexuales: “Yo siempre he sido muy amanerado, con muchísima pluma, era un niño con una voz muy femenina, gesticulaba mucho… Y cuando empiezas a sufrir discriminación y maltrato, todo eso poco a poco te empuja a querer pensar que eres una mujer porque piensas que, si encajas como mujer heterosexual, te van a dejar en paz”.Piensas que si encajas como mujer heterosexual, te van a dejar en paz

El punto de inflexión llegó en la adolescencia. “Empecé a tener disforia, pero yo creo que la disforia o dismorfia la sufrimos todos. La sociedad en la que vivimos nos hace crearnos complejos. Yo era un chico que tenía mucho vello en la cara y en el pecho, y que se metieran conmigo por eso también me hacía rechazar mi cuerpo, pero no creo que tenga que ver con la transexualidad -reflexiona dos décadas después-. Es como cuando las chicas gorditas o un niño que lleva gafas y tiene granos en la cara no le gusta verse así, pero porque nos han metido en la cabeza que eso es algo horrible”.

sandrita-sandra-mercado-transexual-06-11022022.jpeg
Siempre ha sentido predilección por la ropa de mujer

Por aquel entonces, ya usaba ropa considerada de chica. “Iba al Bershka y me compraba mis pantalones de campana, mis plataformas…”, recuerda orgullosa. Sin embargo, cuando empezó a desarrollar su disforia pensó que aquello no era suficiente. “Seguía siendo un hombre, así que necesitaba un tratamiento hormonal”.

El inicio de la hormonación

Empezó a trabajar en bares y discotecas y conoció a muchos transexuales que le hicieron replantearse todo e iniciar la transición para tratar de convertirse así en una mujer: “De alguna manera, piensas que te vas a volver invisible, ya no eres ese maricón al que van a insultar o al que van a pegar. Hay muchas variables que pueden influir, pero en mi caso fue por culpa de la discriminación, el maltrato y los estereotipos sexistas”.Hay muchas variables que pueden influir, pero en mi caso fue por culpa de la discriminación, el maltrato y los estereotipos sexistas

Y así fue como inició el tratamiento hormonal de la mano de psicólogos que, según denuncia, nunca le dieron alternativa: “La disforia tiene un origen, una raíz, y nadie indagó en mi raíz. Simplemente me señalaron ese camino“. Aunque Sandra está convencida de que, si muchos profesionales no lo hacen, es por miedo. “No es que no quieran, es que la ley no les deja, porque si cuestionan el origen de tu disforia, pueden tener problemas”.

Al igual que a otros tantos jóvenes de la época, le dijeron que tenía “la mente de una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre”. Y ella se lo creyó a pies juntillas: “Llegué a pensar que, en el embarazo de mi madre, había habido algún problema y me había quedado a medias, porque todo me hacía ver que parecía una mujer y que, con unas cuantas hormonas y una cirugía, ya sería una mujer completa”.

El “infierno” de la vaginoplastia

En aquella época no existían las unidades de género en los hospitales, así que inició el tratamiento hormonal con un endocrino privado. Llegó a visitar al famoso cirujano Iván Mañero para hacerse la vaginoplastia, pero la operación que le ofrecía costaba entre 30.000 y 40.000 euros, así que decidió esperar. “La transexualidad es un negocio que mueve millones, no te imaginas hasta qué punto”, lamenta.La transexualidad es un negocio que mueve millones, no te imaginas hasta qué punto

En 2010, la Seguridad Social empezó a incluir la cirugía en su cartera de servicios y se apuntó en la lista de espera. Tardó cinco años en recibir una llamada, pero, en 2015, por fin le dieron cita con un psiquiatra para que valorase si era candidata a una vaginoplastia. “Lo único que hizo fue hacerme preguntas sexistas: si de pequeña jugaba con muñecas o con coches, si en el sexo era la pasiva o la activa… Y, claro, concluyó que era la candidata ideal, y como yo en aquella época tenía el sexismo muy interiorizado, pues también”.

Unos meses después, llegaría la primera consulta con el cirujano. “Lo único que me dijo fue que me quedaría poca profundidad. Solamente te dicen eso. No te explican nada, esconden las consecuencias a corto y a largo plazo”, denuncia Sandra, a la que aquella operación le ha ocasionado “daños irreversibles”.Tengo momentos mejores, momentos peores, pero es un daño que ya es irreversible

Sin entrar en muchos detalles, nos cuenta que la vaginoplastia es “una cirugía muy invasiva”, que “el postoperatorio es un infierno” y que, en muchos casos, como el suyo, el sufrimiento no termina ahí. Pasado un año y medio o dos años, le diagnosticaron una estenosis en la uretra. “Me daban antinflamatorios, pero llegó un momento en que casi no podía orinar. Imagínate los dolores que pasé”. Finalmente, la volvieron a operar. “Experimentaron conmigo”, denuncia. Y, aunque finalmente todo salió bien, los nervios del suelo pélvico le han quedado dañados para siempre. “Tengo momentos mejores, momentos peores, pero es un daño que ya es irreversible. Es como si tuviera una cistitis permanente”.

sandrita-sandra-mercado-transexual-02-11022022.jpeg
Hoy, Sandra cuenta su experiencia en un canal de Youtube

Así, lo primero que Sandra reclama es transparencia: “Siempre he dicho que ojalá por lo menos hubieran sido honestos conmigo y me hubieran explicado los riesgos, porque si me los cuentan, te prometo que yo me lo hubiera pensado mejor”. Por eso, hoy se siente orgullosa de poder ayudar a otras personas a través de sus redes sociales: “Si una vez que escuchan mi historia quieren seguir adelante, que lo hagan, pero muchos se han puesto en contacto conmigo y me han dicho ‘gracias, porque gracias a tu testimonio, me lo he replanteado y no me hago la vaginoplastia. Me quedo con mi pene y me expreso, me visto y luzco como quiero’ “. De hecho, advierte de que incluso las hormonas pueden provocar daños irreversibles. En su caso, dispepsia estomacal o, lo que es lo mismo, una inflamación severa del estómago.

La “estafa” de la transexualidad

Sandra empezó a movilizarse en las redes sociales hace dos años, cuando descubrió que las cirugías no habían acabado con su disforia. Sin embargo, ha tenido que pasar unos meses alejada de todas las plataformas por el shock que le produjo entender cuál había sido la verdadera raíz de su problema: el sexismo. “Después de leer mucho, me di cuenta de que la transexualidad era una estafa, de que realmente somos homosexuales atormentados por estereotipos sexistas y que el único camino para poder superar la disforia o llevarla lo mejor posible es aceptarme tal y como soy”.Transexualidad es homofobia, terapia de conversión para homosexuales. Es querer heterosexualizar la homosexualidad

Hoy, trata de hacer ver a sus seguidores que muchos de los problemas que padecen se acabarían con la supresión de los estereotipos sexistas: olvidarse de que hay cosas de chicas y cosas de chicos, cosas que están bien vistas si tu apariencia física es la de una mujer y cosas que no. “Transexualidad es homofobia, terapia de conversión para homosexuales. Cuando escucho a transexuales decir ‘yo soy una mujer heterosexual’, es mentira. Primero, porque el sexo no se puede cambiar, porque es inmutable y segundo, porque sigue siendo el mismo varón homosexual. Es querer heterosexualizar la homosexualidad”.

La “degradación” de la ley trans

Reconoce que el asunto “es muy complejo”, pero, precisamente por eso, Sandra cree que no se puede despachar con una ley como la que promueve la ministra Montero: “La ley de 2007, que es cuando yo me hice el cambio de nombre, ya era maravillosa. Esto es una degradación de la transexualidad”. De hecho, incluso se queja del nombre de la propia ley. “Ahora todo es un paragua trans dentro del que cabe todo: hombres autoginefílicos, el fetichismo travesti, el tema de las drac… Es un borrado de las propias personas transexuales que sufrimos de disforia”, lamenta Sandra, mientras insiste en lo absurdo de promover cientos de géneros distintos. “¿Dónde quedan luego las estadísticas de la violencia de género?”, se pregunta indignada.

Además, Sandra advierte del peligro de la despatologización que promueve el Gobierno. “Ahora cualquier menor que quiera hormonas o bloqueadores, los tendrá y, por eso, a mi esta ley me da terror, me da muchísimo miedo”, confiesa tras entender que esa no ha sido la solución a sus problemas y que, sin embargo, ya no tiene marcha atrás. La misma indignación muestra por el limitado papel de los progenitores: “Si un padre o una madre se opone o le da a entender a su hijo que hay otras alternativas, le pueden quitar hasta la custodia“.Si una persona transexual no ni tiene ningún problema, ¿por qué la Seguridad Social le va a cubrir con hormonas y cirugía?

Y eso por no hablar de la contradicción que supone despatologizar la disforia, pero incluir los tratamientos dentro del sistema público de salud: “Si una persona transexual no ni tiene ningún problema, ¿por qué la Seguridad Social le va a cubrir con hormonas y cirugía? Es que esta ley no hay por donde cogerla, es absurda la mires por donde la mires”. De ahí que recomiende a lrene Montero que se preocupe “por las hembras biológicas de la especie humana, cosa que no hace, y luego, si quiere, que se preocupe por los verdaderos homosexuales que hemos sufrido homofobia, pero no por identidades ficticias”.

El “fascismo queer” y los menores

Es consciente de que su discurso es y será criticado por muchas personas que pensarán que ella no es una auténtica transexual. “¿Y por qué ahora ya no soy transexual? ¿Porque mi discurso ya no va con el suyo?”, se responde a sí misma. “Es que esto ya es una especie de nazismo. Lo queer es muy fascista”, sentencia sin renunciar a su verdad: “Las personas que piensan que estoy loca son personas transexuales que tienen el género muy interiorizado, y yo te estoy hablando de la raíz del problema y eso duele, porque la verdad duele”.

sandrita-sandra-mercado-transexual-03-11022022.jpeg
Aunque aparentemente ya es una mujer, sigue sufriendo disforia

Sin embargo, a Sandra no le importa esta sobreexposición si con ella consigue evitar un arrepentimiento tardío, sobre todo cuando aquellos que emprenden el camino de la transición son menores de edad: “Estamos hablando de estereotipos sexistas que son reversibles, pero cuando los menores empiezan con los bloqueadores, hay cosas que son irreversibles“.

Por eso, el último mensaje de esta larga charla es para ellos: “A los menores que quieran iniciar la transición o se lo estén planteado, yo les diría que su biología es perfecta, que deberían aprender lo que es el sexismo y el género. Y si son muy muy pequeñitos, que los propios padres lo aprendan y eduquen a sus hijos a través de la aceptación de sus cuerpos. Si quieren lucir, vestirse y expresarse como quieran, que lo hagan, pero no por ello significa que son del sexo opuesto“.

https://www.libertaddigital.com/espana/politica/2022-02-12/la-estafa-trans-la-transexualidad-es-homofobia-terapia-de-conversion-para-homosexuales-6864361/

Fight the new drug

Fight the New Drug existeix per conscienciar sobre els efectes nocius de la pornografia utilitzant només ciència, fets i relats personals.

Dècades d’estudis d’institucions respectades han demostrat impactes significatius del consum de pornografia per a les persones, les relacions i la societat.

La majoria dels nens d’avui estan exposats a la pornografia als 13 anys, amb un 84,4% dels homes i un 57% de les dones d’entre 14 i 18 anys que han vist porno.

1 de cada 8 títols pornogràfics que es mostren als usuaris per primera vegada – a les pàgines d’inici de llocs pornogràfics – descriuen actes de violència sexual i almenys 1 de cada 3 vídeos pornogràfics mostra violència o agressió sexual.

Malgrat que la pornografia sigui ireal i tòxica, 1 de cada 4 adults joves la fa servir com la font més útil per aprendre a tenir sexe, i el 53% dels nens i el 39% de les noies creuen que la pornografia és una representació realista del sexe.

Les investigacions mostren que les persones que consumeixen pornografia tendeixen a estar menys satisfetes amb les seves relacions, menys compromeses amb la seva parella i accepten més les trampes.

La investigació amb intèrprets de pornografia actuals i anteriors suggereix que l’explotació i el tràfic són experiències habituals a la indústria del porno, i la pornografia es classifica com la tercera forma de tràfic més comuna, va informar The National Human Trafficking Hotline.

Debatem sobre el transgenerisme

“Una cosa no és justa pel fet de ser llei. Ha de ser llei perquè és justa.”
Montesquieu

En democràcia, les lleis es debaten al Parlament i, a més, se sotmeten a un debat social ampli i plural, lliure i sense coaccions, en el qual puguin expressar-se obertament tots els dubtes, imprecisions legislatives o perills que puguin, a criteri dels ciutadans, trobar-s’hi. Així ho hem fet sempre. Debatem a l’espai públic des de les lleis més especialitzades —el Codi Penal, els pressupostos o la llei orgànica del Poder Judicial— fins a les més innocents, com les que intenten millorar la nostra alimentació.

No els descobreixo res si els dic que hi ha una llei tramitant-se al Congrés que alguns pretenen aprovar per la via de l’emergència, gairebé d’amagatotis, sense un veritable procés d’esmenes i, per descomptat, sense debat públic. Però, no s’ha de debatre si la mera expressió del desig de “tota persona” pot forçar la “rectificació” de la menció registral del sexe al Registre Civil? Mirin que fins i tot els ingressos s’han de justificar per evitar el blanqueig o que cal presentar un empadronament per canviar el domicili. Que no s’ha de debatre que es reformi el Codi Civil per substituir les paraules pare mare per “progenitor gestant” i el terme vídua pel de “cònjuge supervivent gestant”? Sense entrar en altres qüestions, que n’hi ha, no podem debatre com se’ns redefineix per llei? No podem dissentir de l’hormonació de menors sense estar segurs que tenen disfòria de gènere? Em xoca quan fins i tot per a l’ibuprofèn de 600 mg cal indicació mèdica. I si només estan confosos per la seva pròpia transformació adolescent? No és digne de controvèrsia poder alienar la pàtria potestat si es qüestionen els autodiagnòstics dels fills? No podem considerar greument atemptatori contra les llibertats democràtiques que se sancioni a tot aquell que en el futur dissenteixi d’aquesta normativa?

És una barbàrie democràtica que es pretengui fer un canvi d’enginyeria social sense escoltar la societat a la qual també afecta, i de manera molt important, el contingut de la llei

El projecte de llei per a la igualtat real i efectiva de les persones trans i per a la garantia dels drets de les persones LGTBI no s’està debatent en totes les tertúlies no perquè no sigui rellevant o no contingui disposicions molt polèmiques, sinó perquè s’ha instaurat una espècie de policia del terror per la qual qui pretengui plantejar oposició o si més no dubtes és objecte de lapidació contemporània. Aquesta llei, amb un títol tan estrany, que esmenta dues vegades les persones transsexuals —la T de LGTBI ja les identifica, o és que trans és una cosa diferent de transgènere?— ha provocat linxaments digitals, insults, intents de cancel·lació de professionals de la psicologia i de la psiquiatria, d’activistes i de feministes amb dècades de lluita a l’esquena i, per descomptat, també de periodistes. Alguna cosa ha de passar. Les lleis no es fan amb fatxenderia ni amb amenaces velades ni amb envestides, les lleis es fan en democràcia amb debat i escoltant els experts i la sobirania popular.

Fins ara, moltes persones s’havien posat de perfil o havien expressat la seva opinió crítica amb el projecte de manera limitada. És ara, quan el Ministeri d’Igualtat i Podemos han posat la directa per forçar que la llei sigui promulgada abans que acabi l’any, “perquè així ens hem compromès amb el col·lectiu”, quan estan començant a sortir a la llum les àmplies oposicions de sectors del PSOE, de gran part del feminisme, de científics i de juristes unides a les d’altres partits de les cambres. Ahir Carla Antonelli es va donar de baixa de militància del PSOE, “pels retards en la llei trans”, i Podemos ha acusat el seu soci de retardar amb filibusterisme aquest projecte de llei i no descarta “que reobri el debat de l’autodeterminació de gènere”. Jo des d’aquí vull agrair-li que ho faci, que l’obri. I el projecte de llei el que consagra és de l’autodeterminació del sexe. No emboliquin amb les paraules.

Algunes de les esmenes que s’han presentat són molt pertinents. Per exemple, que a tota la llei es canviï “trans” per “transsexual”, i és que un prefix no és un concepte i el que sembla una simpàtica apòcope només és una forma d’intentar ocultar que la llei no parla només de transsexuals —que, insisteixo, ja van en la T de LGTBI— sinó de transgènere. Aquest salt no es pot intentar donar a l’esquena de la societat.

Jo tinc el meu parer. No comparteixo l’anomenada filosofia queer, que, segons la meva opinió, no resisteix una anàlisi filosòfica seriosa. Probablement, la meitat de la por d’expressar els dubtes sobre aquesta legislació per part de la població té a veure amb l’embolic conceptual i el neollenguatge amb què s’exposen tals teories. Sens dubte, com la gran majoria de la societat espanyola, estic a favor dels drets dels transsexuals i de tota una legislació, per cert ja existent però millorable, per a la seva plena integració en total igualtat en la societat actual i per a l’establiment de polítiques de discriminació positiva que ho assegurin. Però és que aquesta llei no va d’això o, almenys, tenim tot el dret a debatre si va de transsexuals, com volen fer veure els incauts, o de transgeneristes queer.

No es pot aprovar aquesta llei sense un debat profund i sense enganys. I com que un periodista no és sinó un transcodificador semàntic —trans- precedeix tantes coses!—, estava obligada a traduir alguns dels opacs misteris que oculta el text legislatiu.

En el fatigant “autodeterminació de gènere” s’amaga un sofisma. No és comprensible que autodeterminar-se com a català sigui impossible i per autodeterminar el sexe no calgui ni un justificant científic. És una barbàrie democràtica que es pretengui fer un canvi d’enginyeria social sense escoltar la societat, a la qual també afecta, i de manera molt important, el contingut de la llei.

I abans dels insults: l’únic que odio és que ens prenguin per ximples o per covards.

https://www.elnacional.cat/ca/opinio/debatem-transgenerisme-elisa-beni_902220_102.html

Jóvenes que dicen ser trans y no lo son

Celso Arango, jefe de Psiquiatría Juvenil del Gregorio Marañón: “Vivimos un boom de jóvenes que dicen ser trans por moda y en realidad no lo son”

Celso Arango, uno de los psiquiatras más reputados de España, sostiene que la cifra de adolescentes que se reclaman trans sin serlo se ha multiplicado por la ideologización y cree que la Ley Trans “puede causar un daño enorme”. Apadrina a la Asociación Amanda, de personas afectadas por esta “moda”, que se presenta hoy

“Esto es una locura, va a hacer daño a mucha gente, muchos jóvenes que tienen trastornos creen que los van a arreglar convirtiéndose en trans cuando no lo son. La Ley Trans no puede salir adelante así”.

No lo dice ningún activista de ningún tipo, ningún adversario de la ministra Irene Montero, ni ningún rival político del Gobierno que intenta sacar adelante en estos meses la norma que regulará la transexualidad.

Lo dice Celso Arango (Palma de Mallorca, 1968), una de las mayores autoridades de la psiquiatría española, jefe del departamento pediátrico y juvenil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, catedrático por las universidades Complutense y de Maryland, y ex presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría.

Arango está muy alarmado con la posible aprobación en el Congreso de los Diputados de una Ley Trans que excluye la supervisión de los profesionales de la salud mental sobre adolescentes, dice, que en realidad, “no son trans, sino que tienen otros trastornos y creen que siendo trans los van a superar. Como la OMS ha despatologizado la transexualidad, ni nos han pedido opinión. Pero es una barbaridad lo que quieren hacer, y los vulnerables, los de siempre, podrían sufrir mucho”.

Por eso apadrina hoy, en el Colegio de Médicos de Madrid, la presentación de la Asociación Amanda, que agrupa a unos 300 padres de toda España que aseguran sufrir la situación que él denuncia.

¿Qué visión tiene usted de la Ley Trans tal y como está planteada en el proyecto del Gobierno?
Profesionalmente, asisto con preocupación a la gestación de esta Ley, porque está alejada de la realidad. Desde el día a día en el Hospital Gregorio Marañón estamos asistiendo a una explosión, un boom, un incremento exponencial de adolescentes que dicen ser trans, muchos por moda, y no lo son. En nuestra unidad de hospitalización, si habitualmente teníamos uno o dos adolescentes que decían ser trans al año, ahora lo manifiesta el 15%, o 20% de los ingresados. Obviamente no es una cifra normal, no responde a la realidad.


¿Qué explicación tiene para eso?
Cuando aparece una cosa así y no es vírica o contagiosa, te preguntas: ¿esto a qué responde? Me preocupa mucho, conociendo la psicopatología de los adolescentes, esa búsqueda inmediata de respuesta, gratificación, variabilidad, cambio… Una de las cosas que primero aprendemos en psiquiatría infantil es a esperar antes de actuar. Cuando llega un niño y dice que su vida no vale nada, antes de poner tratamiento farmacológico, lo que haces es citarle una semana después. Y a lo mejor ha desaparecido el problema.


Esperar, sencillamente.
Sí. Esos cambios en la población pediátrica, en menores de edad, son muy frecuentes. Lo que antes se llamaba disforia de género, que ahora se llama incongruencia, por supuesto que existe, y estoy completamente de acuerdo con que se despatologice y se ‘despsiquiatrice’, en los casos en los que es real. Pero a mí lo que me preocupa es que la mayor parte de los adolescentes que estoy viendo, al estudiarlos longitudinalmente, dicen ser trans y no lo son. Y el problema es que si esto les abocara a una situación de esperar y ver, o de empezar con una psicoterapia, bueno. Pero si hablamos de que alguien que dice ser trans desde hace tres semanas va a un centro privado y le dan hormonas… Pues es una barbaridad. Hacemos algo que tiene complicada marcha atrás, cuando no es irreversible. Y a nosotros como profesionales sanitarios nos han enseñado que nuestra primera obligación es cuidar de la salud de nuestros pacientes. En dos visitas no conoces a un paciente, imagínese a los que se reclaman trans.


Aunque ellos lo manifiesten con total rotundidad.
Lógicamente, no. Hay que seguir los protocolos: esperar, escuchar, hacer diagnósticos diferenciales… El que yo diga que las personas trans no lo son por un trastorno mental, esto es, que no es una enfermedad, no significa necesariamente que muchas personas con trastornos mentales no vayan a decir que son trans sin serlo. Las dos cosas son compatibles, y están sucediendo. Voy a ponerle un ejemplo extremo: si tengo una persona esquizofrénica que las voces le dicen que es trans, qué hago: ¿le hormono?

Rebate usted la autodeterminación de género.
Desde luego. Y mezclar el género con el sexo, y dar la imagen de que uno puede elegir el sexo que tiene… No, es una locura. Uno, o es XX, o es XY. Vive como quieras, pero el sexo es el que es, y los médicos tenemos que saber cuál es el sexo de una persona, porque los tratamiento en ocasiones son diferentes dependiendo de uno u otro.

¿Cuál sería la causa de esta avalancha o boom del que habla? Para ustedes, que ven a los adolescentes en el Hospital Gregorio Marañón.
Pues mire, hay un patrón de, digamos, falsos casos: niño excluido, con autismo, quizás acoso, problemas de adaptación, asperger, problemas de relación social, que de repente encuentra un grupo de personas que le acogen y le apoyan. Y que por el hecho de decir que es del equipo de fútbol X o del partido político Y, le acogen y se encuentra…

Aceptado.
Exacto, aceptado. Pues ya está. Ese era el problema, que yo era trans. Todo se va a solucionar ahora. Cuando les preguntas a estos chicos: pero qué es ser trans, qué es ser mujer, ser hombre, les desmontas muy fácilmente. Los que lo son de verdad se ve desde los cuatro o cinco años. A esa edad ya te dicen que el pito les da asco, que si pudiesen se lo quitaban, que no van a ponerse calzoncillos en su vida. Y en dos años siguen igual. Y en cinco, igual. Y te desmontan todo lo que les argumentes. Estos segundos los hemos visto toda la vida, sufren esa disforia de que hablábamos, y están completamente justificados los tratamientos para ellos. Pero son la proporción que le decía al principio: en nuestro hospital, puede que tres casos al año. El problema son los primeros. Ahora hay una explosión de los primeros.


El lector se preguntará: ¿pero cómo puede llegar una Ley así al Parlamento y nadie de la comunidad científica levantar la mano?
Los legisladores deben escuchar a quienes atendemos a estas personas. Ojo, que podéis hacer mucho daño con esto. Y yo soy el primero a favor de la Organización Mundial de la Salud cuando dice que la disforia de género no es un trastorno mental, aunque también es verdad, ojo, que la gente con disforia de género sí tiene muchos trastornos mentales derivados de eso. Si a esta gente le sienta bien la hormonación y la intervención quirúrgica, pues fantástico, para esto es la ciencia. Pero estoy obligado a decirles a los del Hemiciclo que vengan a conocer lo que está sucediendo en nuestra unidad. Les invito a venir.

Pero, ¿por qué no salen los profesionales de la psiquiatría a decir esto?
Es que no nos han preguntado. Como está despatologizado, creen que no nos tienen que preguntar. También es verdad que este fenómeno, el boom, es muy reciente, cosa de los tres últimos años. La Sociedad Española de Psiquiatría acaba de crear un grupo sobre esto. Es la solución facil: huir hacia adelante. ‘Esto es lo que me pasa. Estoy en un cuerpo que no es el mío y ser trans me va a curar todos mis males’. Es un clásico adolescente, la solución mágica, de aquí y ahora, desinhibición del lóbulo frontal, hacer antes que pensar. Luego, esto tiene dos vertientes más. Es la ideología la que ha cegado a los impulsores de esta ley, pero la naturaleza es la que es, no hay ideología que se imponga. Ninguna ideología, aclaro, la de ningún partido, ni unos ni otros. Por otro lado, la manera en que esto se plantea atrae el riesgo de que se meta la medicina privada a hacer determinadas cosas, y a beneficiarse de ello. Cuidado con eso.

Pero entonces, que usted sepa, ¿qué criterio científico se ha empleado para componer esta Ley tal y como está redactada?
Pues no lo sé. Con las sociedades científicas no han contactado. El criterio imagino que ha sido ideológico. Si yo pienso que los trans no tienen ningún problema de salud mental, pues para qué voy a hablar con los médicos. No les necesito. Es como aplicar la ideología a la eutanasia. No puedes darle eutanasia a alguien que tenga una depresión mayor, porque le medicas y de pronto se siente está genial. Si permites la eutanasia eso se llamaría suicidio. Hay que hacer un diagnóstico diferencial. A alguien que ha llegado a la eutanasia tras un razonamiento meditado, sopesado, etcétera, sí se le puede aplicar.

https://www.elmundo.es/papel/2022/10/08/634062b8e4d4d89c0c8b45b3.html

“Als EUA la moda transgènere s’imposa entre les adolescents”

Abigail Shrier, periodista, ens parla de “la bogeria transgènere entre les adolescents”

Un estudi polèmic

El seu assaig Un daño irreversible.La locura trasgénero que seduce a nuestras hijas (Deusto), considerat un dels llibres de l’any per The Economist i The Times , ha provocat gran polèmica als EUA, on va ser acusat de transfòbia i ignorat per molts dels grans mitjans de comunicació. El llibre és un estudi sobre com el canvi de sexe en les adolescents nord-americanes s’ha convertit en una forma de buscar consol a les angoixes pròpies de l’adolescència i a molts estats poden iniciar el seu procés de transformació sense el permís dels pares. “Els terapeutes no s’atre­veixen a qüestionar l’auto­diagnòstic de disfòria de gènere, podrien perdre la llicència. Segons un assaig clínic el 70% dels púbers prescrits amb bloquejadors de la pubertat l’haurien superat pel seu compte”. Cal fer molta atenció als efectes psicosocials, adverteix Shrier.

Vostè és transfòbica?

Per descomptat que no tinc fòbia a les persones transgènere, jo m’he limitat a estudiar un greu problema que estem vivint entre les adolescents als EUA: la sensació de greu incomoditat amb el sexe biològic propi.

Avui les noies volen ser nois?

L’any 2016, als EUA, les dones van representar el 46% de totes les cirurgies de reassignació de sexe. El 2017 va ser del 70%.

Defineixi el problema.

Les nenes adolescents d’avui dia estan passant la pitjor crisi mental que hem vist mai.

Amb quins símptomes?

Les púbers tenen ràtios molt altes d’ansietat, de depressió, hi ha trastorns nous com les autolesions, l’odi envers els seus cossos i el seu desig d’escapar de la seva forma femenina. I aquí és on irromp la moda trans.

Estan a desgrat amb el seu sexe biològic?

Exacte, és el que anomenem disfòria de gènere. Normalment comença a la infantesa i històricament s’ha donat en nens. Avui la demogràfica ens diu que fonamentalment el pateixen nenes adolescents sense un histo­rial en la seva infantesa de disfòria.

De quin percentatge estem parlant?

Fa una dècada, una de cada dues mil alumnes s’identificaven com a transgènere i avui és una de cada vint, és a dir, s’ha multiplicat per cent en només una dècada.

Nenes d’entre 12 i 13 anys?

Sí, sol passar a la pubertat. Les adolescents amb les seves amigues afirmen que odien el seu cos, els seus pits i el període, tenen ansietat i depressió i creuen que si comencen un tractament de testosterona i es converteixen en noi tot s’arreglarà. S’animen les unes a les altres.

D’on surten aquestes idees?

Són nenes que no han experimentat mai cap incomoditat amb el seu sexe biològic fins que descobreixen la comunitat d’ influencers i estrelles trans de YouTube.

Com ho treballen a les escoles?

Algun trans dona conferències a les escoles sobre la seva experiència, i els queda la idea que seran més populars si es declaren transsexuals. Més que una necessitat psicològica, són el resultat d’estímuls i suggeriments.

Amb quines conseqüències?

La bogeria de diagnòstic actual de disfòria de gènere porta púbers a omplir-se de testosterona i a extirpar-se els pits perquè, mal aconsellades, creuen que la incomoditat pròpia de l’adolescència es deu al fet que el seu cos i el seu sexe no es corresponen.

Segons la llei, a partir de quina edat es poden operar sense el permís patern?

Varia segons l’ estat. A Oregon, per exemple, és a partir dels 15 anys. Jo he investigat col·legis, terapeutes, treballadors socials, la cultura i el rerefons que donava suport a aquest contagi social tan ràpid.

Què ha esbrinat?

Els adults, excepte els pares, animen les adolescents a tractar-se amb testosterona. Promocionen i acceleren el canvi.

Està segura del que diu?

Als EUA les escoles han adoptat una ideologia radical respecte al gènere, proporcionada per activistes, i l’inclouen al currículum. Des de molt petits se’ls ensenya que poden tenir un “cervell de nena en un cos de nen”, o viceversa. He recollit molts casos en els quals l’ escola arriba a conspirar contra els pares.

Com?

Les nenes decideixen canviar-se el nom per un de masculí i a l’ escola ho assumeixen sense consultar els pares.

Quantes arriben a extirpar-se els pits?

El 2007 hi havia una clínica de gènere i avui n’hi ha centenars. Es pot arribar a donar testosterona en la primera visita, i el Govern paga el tractament o ofereix un copagament de 10 dòlars al mes. La transició és molt fàcil, barata i celebrada. Una cosa molt temptadora.

A TikTok els metges fan publicitat d’aquest tipus de cirurgia que és molt popular.

Un altre negoci.

Quin és el perfil social d’aquestes adolescents?

Blanques de classe mitjana alta i classe alta, de famílies progressistes i que, criades amb pocs murs, busquen barreres per fer caure. El conflicte de fons són les ganes d’encaixar socialment.

Quin és l’efecte de la testosterona?

Al cap de pocs mesos canvia la veu, es fa més profunda, i això és permanent, les espatlles s’eixamplen, els trets es masculinitzen, apareix pèl facial i corporal, un inici de calvície i el clítoris s’inflama i creix, però també et sents genial perquè aquesta medicació suprimeix l’ansietat i et proporciona eufòria.

Ho entenc.

Els bloquejadors de la pubertat poden causar infertilitat permanent i tenir efectes secundaris bastant greus.

Experts en adolescència no donen la veu d’alarma?

Han començat a fer-ho, però són titllats de transfòbics i són apartats. Aprenguin de nosaltres, és un problema enorme.

https://www.lavanguardia.com/encatala/20220209/8043906/als-eua-moda-transgenere-imposa-adolescents.html

Andalucía registra un incremento del 136% de menores trans desde la aprobación de la Ley del 2014

Cristina Prieto firma este reportaje en el que indaga en el aumento de menores de 14 años atendidos en las Unidades de Personas Transexuales en Andalucía, con el apoyo de profesionales sanitarios, que discuten el suministro de bloqueadores de la pubertad y tratamientos con hormonas cruzadas en niños y niñas sin diagnósticos exhaustivos sobre las causas de su disforia de género, a pesar del riesgo que entraña.

banderas trans

El número de casos de menores que manifiestan sentirse del sexo contrario no para de incrementarse desde 2005 y registra ya cifras llamativas desde que en 2014 se aprobara en Andalucía la Ley integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales. El texto legal, que contó con el voto afirmativo de los tres partidos con representación en el Parlamento andaluz en aquel momento –PP, PSOE e IU- dio lugar a la creación de cinco unidades de menores transexuales en nuestra comunidad que atienden a niños y niñas menores de catorce años en Almería, Cádiz, Córdoba, Granada y Sevilla.

Desde 2014, según los datos aportados por la Junta de Andalucía a través de su Portal de Transparencia, entre los años 2015 y 2021, se ha registrado un incremento del 136% con un leve descenso en 2017. Aunque las cifras oficiales aseguran que, en el periodo 2014-2021, un total de 291 niños y niñas menores de 14 años han solicitado ser atendidos en estas unidades, la percepción de varios profesionales de atención primaria, que han preferido ocultar sus nombres por miedo a represalias, indican que hay un número mucho más elevado de casos. El propio responsable de la unidad de Granada, en un primer contacto vía email con El Independiente de Granada, aseguró que en nuestra provincia se atiende una media de 140 menores de 16 años al año, aunque la Consejería de Salud y Familias asegura que Granada ha dado entre 2015 y 2021 un total de 86 primeras citas a menores de 14 años de Granada, Málaga y Jaén, las tres provincias que cubre la unidad granadina. Raúl Hoyos, responsable de este servicio no ha accedido a la solicitud de este periódico para mantener una entrevista en la que aclarar estos datos.

La aprobación de leyes de identidad de género, la presión de los colectivos transactivistas, el apoyo de gran parte de los medios de comunicación y la difusión masiva en redes sociales de la ideología cuir (queer, en inglés) que promueve la creencia de que tanto el sexo como el género son una creación cultural y por ello el sexo puede elegirse a voluntad porque la importancia reside en la identidad de género que cada persona siente, empujan a niños y niñas a manifestarse del sexo contrario ante la sorpresa de sus familias y a comenzar tratamientos farmacológicos con graves consecuencias para su salud. “Se están suministrando hormonas y bloqueadores de la pubertad a quienes los demandan, sin valoración psicológica” apunta el endocrinólogo A.B.C. (nombre supuesto) quien asegura que “la puerta de entrada a las unidades de transexualidad es la endocrinología porque la Ley andaluza así lo establece, y los y las menores, aleccionados ya a través de las redes sociales, llegan con su propio autodiagnóstico y con un perfecto conocimiento de lo que tienen que pedir”. A ello hay que sumar el protocolo de atención recogido en el Proceso Asistencial Integrado (PAI) del Servicio Andaluz de Salud para la atención a la transexualidad que, atendiendo a lo recogido en la Ley de 2014, insiste en el derecho de la persona a “no verse obligada a someterse a tratamiento, procedimiento médico o examen psicológico que coarte su libertad de autodeterminación de género”. Es decir, se elimina el diagnóstico psicológico o psiquiátrico para pasar, directamente, a un tratamiento farmacológico consistente en bloqueadores de la pubertad y hormonas cruzadas si así lo decide el menor. El propio paciente se autodiagnostica y acude a la unidad de personas transexuales para recibir la medicación sin ninguna otra evaluación especializada mientras profesionales de la psicología y la psiquiatría se ven obligados a seguir los protocolos que les impiden realizar diagnósticos certeros.

El PAI específico para la atención a personas transexuales en la infancia y la adolescencia indica que en los centros de atención primaria se realizará una entrevista para conocer sus demandas, se le informará de la evolución de la identidad sexual y los distintos tratamientos y se solicitarán pruebas complementarias para descartar procesos que contraindiquen la terapia hormonal. El papel soporta estos protocolos pero, en la práctica, desde los centros de salud se deriva a niñas y niños directamente a las unidades de personas transexuales de referencia a las que pertenezca su provincia, según los dos médicos de familia consultados, sin una historia clínica sobre una posible disforia de género. “Hormonarse es el espíritu del PAI” asegura el endocrinólogo A.B.C. y se está sometiendo a niños y niñas a tratamientos farmacológicos, que pueden tener consecuencias muy graves, para atender un sentimiento como la identidad de género. La administración de hormonas cruzadas y bloqueadores pueden producir esterilidad, impotencia, osteoporosis, alopecia en las mujeres y “nadie sabe las consecuencias a largo plazo en el cerebro que necesita hormonas sexuales para su desarrollo” asegura este endocrinólogo.

Espectacular aumento

Andalucía contaba desde 1999, con una Unidad de Transexualidad e Identidad de Género (UTIG), que cubría la demanda de nuestra comunidad autónoma y de otros territorios que no ofrecían atención especializada para este colectivo. El Hospital Carlos Haya de Málaga era el centro de referencia para toda España (excepto Cataluña) hasta que en 2014 se crean siete unidades de adultos (en todas las provincias andaluzas menos Huelva) y cinco para menores hasta los 14 años. En un artículo científico publicado en la Revista Clínica Española en junio de 2011 por el equipo de la unidad malagueña donde se recogían los datos de los pacientes atendidos, se reseñaba que en casi una década (entre 2000 y 2009) habían pasado por consulta 75 adolescentes (56 varones y 19 mujeres) y un niño procedentes de varias provincias españolas. En la actualidad, la unidad malagueña ha tratado sólo en el año 2021 a 48 personas de 14 a 18 años pertenecientes exclusivamente a la provincia de Málaga, lo que denota un espectacular aumento de casos. A esta cifra habría que sumar los menores de 14 años que son atendidos en la unidad de menores de Granada.

La curva de pacientes en las unidades de atención a menores transexuales muestra una clara tendencia al alza con un elevado crecimiento el pasado año 2021 una vez superados los peores momentos de la pandemia provocada por la COVID 19 como puede observarse en el gráfico 1. De 38 en 2020 se ha pasado a 78 en 2021, un incremento superior al 100% en sólo 12 meses.

En datos globales, el número de primeras citas en las cinco unidades de atención a menores transexuales de Andalucía en el periodo 2015-2021 se eleva a 291. De ellas, 23 corresponden a Almería, 72 a Cádiz, 14 a Córdoba (la Junta de Andalucía no ha facilitado en esta provincia las cifras de los años 2017, 2019 y 2020), 86 a Granada y 96 a Sevilla, como puede observarse en el gráfico 2.

Especialistas en endocrinología aseguran que los tratamientos con hormonas y bloqueadores de la pubertad deberían suministrarse con más rigor porque comprometen la corporalidad de los menores, su sexualidad y su fecundidad. Sin embargo y hasta el momento, los colegios de médicos de España permanecen en silencio y las familias de estos niños y niñas piden que se aplique el principio ‘primum non nocere’ (‘lo primero es no hacer daño’) que debe guiar las intervenciones de sus profesionales.

Sin diagnósticos
Los datos no dejan lugar a dudas y el crecimiento de casos de disforia de género se han disparado en los últimos siete años y un gran número de niños y niñas reciben tratamientos hormonales sin ningún diagnóstico previo para conocer su origen a pesar de que varios estudios e informes como los desarrollados por Hillary Cass (Reino Unido) o el de Singh, Bradley y Zucker (Canadá), concluyen que el 80% de los casos de disforia de género en menores desaparece cuando se supera la pubertad y el porcentaje restante serán mujeres u hombres homosexuales que no precisan ningún tratamiento farmacológico.

Eduardo Velázquez, psiquiatra forense en el Instituto de Medicina Legal de Granada y psiquiatra clínico, señala que el término disforia de género “es un término descriptivo de poca utilidad porque, únicamente, hace referencia a una circunstancia, una emoción, pero no explica nada acerca de las causas y sirve de poco porque nunca va solo”. La opinión de Velázquez es corroborada por las familias de los y las menores y diversos estudios científicos realizados en Suecia o Reino Unido cuyas conclusiones indican que la disforia de género es el síntoma de otras causas como depresión,  Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), Trastorno del Espectro Autista  (TEA), Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), abusos sexuales o bullyng que no requieren ningún tratamiento farmacológico ni quirúrgico sino psiquiátrico o psicológico para abordarlas.

Este experto, en cuyo departamento evalúa a quienes desean rectificar la mención registral del sexo – en cumplimiento de la Ley 3/2007 – también ha constatado un incremento de los casos entre niños ya que, de no tener ninguna situación de estas características ha pasado a evaluar a seis menores en el último año y medio, todos varones que querían figurar en el registro como mujeres. La Ley de 2007 señala como requisitos para el cambio de la mención registral del sexo un diagnóstico de disforia de género mediante informe médico o psicológico y un informe que acredite un tratamiento hormonal durante, al menos, dos años emitido por un médico forense especializado. Desde la óptica de Velázquez, “los niños tienen pocos contenidos mentales y muchas conductas por eso los síntomas son, principalmente, conductuales” como ocurre con la anorexia. Estos comportamientos son siempre observados por otras personas que son los que consideran que “algo está pasando” porque “en la niñez, ningún niño se considera a sí mismo persona trans sino que se produce en la adolescencia cuando sale del entorno familiar y explora el mundo”. Sobre la frase más repetida en el entorno de quienes defienden la ideología cuir, Velázquez es tajante y asegura que “nadie nace en un cuerpo equivocado porque la naturaleza no se equivoca”.

Todos los y las profesionales consultados para la elaboración de este reportaje han coincidido en señalar que, ante las manifestaciones de disforia de género a edades tempranas, lo más prudente es observar y esperar su evolución antes de suministrar cualquier fármaco. La misma recomendación solicitan para la denominada Disforia de Género de Inicio Rápido (DGIR) en adolescentes, especialmente niñas, que, sin haber dado muestras con anterioridad de disconformidad con sus caracteres sexuales, se manifiestan como personas del sexo contrario en un espacio de tiempo muy breve.

Un caso paradigmático. La joven británica Keira Bell, sometida a tratamientos hormonales a los 16 añosy con una doble mastectomía para ser hombre, demandó a la sanidad pública inglesa por este tratamiento sin un diagnóstico psicológico de disforia de género. Demandó a la sanidad pública del Reino Unido y ha ganado el juicio.

http://www.elindependientedegranada.es/ciudadania/andalucia-registra-incremento-136-menores-trans-aprobacion-ley-2014