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camino de la ruptura generacional

La pandemia ha ampliado la distancia entre generaciones y consolidado una fractura que empezó con la crisis del 2008

Botellon calle Verdi después del levantamiento de las restricciones y el confinamiento hasta las 10PM.

“La juventud de hoy ama el lujo, es maleducada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar”. Estas palabras se atribuyen a Sócrates en el siglo V a.C.

Tan lejos, tan cerca.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) hacía público el mes de julio cómo tras la covid y ya sea entre los jóvenes que entre los adultos, el aumento en la distancia entre generaciones será una de sus principales consecuencias. La tercera en el ranking después de las menores oportunidades laborales y el hecho de que habrá efectos psicológicos.

Percepción que, a medida que se es más adulto, crece más. El punto de inflexión sólo llega sobre los 60 años.

Y es que hoy, en el 2021, mientras los jóvenes hacen responsables a las generaciones anteriores de la falta de oportunidades y la precarización, los mayores apuntan a ellos con las últimas olas de la covid. Y en medio quedan la crisis del sistema de pensiones. Y la demográfica. Y más.

Pero no sólo eso. “La novedad es que en el momento actual la brecha”, la distancia entre los jóvenes y adultos, que ha existido en otros muchos momentos históricos y de las más diversas formas, “corre el riesgo de convertirse en ruptura”, incide Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Universitat Pompeu Fabra. Porque “la inequidad generacional ha crecido hasta niveles alarmantes”, continúa.

Se intuye, por ejemplo, al preguntarse en medio de la pandemia de la covid: “¿Los jóvenes han actuado de forma más irresponsable que las personas de otras edades?”

La respuesta, según el propio CIS: el no es rotundo de 18 a 24 años, según su informe sobre la juventud y la pandemia; al contrario para los mayores de 65; vence el sí entre los adultos hasta los 45 años; hay división desde esa edad hasta los 65.

Inmaculada Sánchez-Queija, profesora de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, lo define así: “Tras la covid ocurre lo que siempre ha ocurrido, que se demoniza a un grupo poblacional, a las personas jóvenes, que son efectivamente quienes en este momento transmiten el contagio. Aunque es el único grupo no vacunado, y las vacunas funcionan.”

La fractura empezó en la etapa de mayor crecimiento y explotó en la crisis del 2008. La covid lo único que ha hecho es visibilizarla con la particularidad de que se culpa a las víctimas y no a los victimarios

Carles FeixaCatedrático de Antropología Social en la Universitat Pompeu Fabra

“Parece que de lo que se trata es de buscar culpables, cuando no es eso. De lo que se trata es de ser responsable tengas 18, 30, 55, 70 años”, dice Eunate Uribe, estudiante universitaria de 19 años de Berango (Bizkaia). Y agrega: “Con la pandemia la incomprensión entre generaciones ha ido a más”.

“No sólo pienso que hay incomprensión hacia los jóvenes, sino que el problema va más lejos. Hay una manipulación a nivel informativo enorme, en la televisión siempre salimos discutiendo y echándonos la culpa los unos a los otros”, denuncia Aníbal Buigues, trabajador forestal de 21 años de València.

Eunate Uribe

19 años, Berango (Bizkaia)

“La incomprensión generacional siempre ha estado ahí, pero con la pandemia ha ido a más. No niego que hayamos hecho muchas cosas mal y que seamos menos conscientes del riesgo que generamos, pero creo que es debido a la forma en que se nos ha excluido. Durante la desescalada del año pasado nos echaron la culpa y tacharon de ser los más irresponsables, mientras había más personas de entre 40 y 50 años incumpliendo las restricciones. Cuando muchos jóvenes dicen eso de ‘nos están quitando nuestros mejores años’ como excusa para emborracharse y generar una ola de contagios, entiendo a las generaciones mayores que dicen que tenemos gran parte de culpa en el repunte de la pandemia. Pero parece que de lo que se trata es de buscar culpables, cuando no es eso. De lo que se trata es de ser responsable, tengas 18, 30, 55 o 70 años. Pero puestos a buscar culpables habría que señalar a uno, el Gobierno”.

Testimonio recogido por Ander Goyoaga (Bilbao)

Sus palabras se refieren al repunte de los casos de covid entre las personas jóvenes. Y también a sus polémicas por las aglomeraciones los fines de semana, los botellones, los disturbios… Sin embargo, y como señala Feixa, se respalda en datos que son sobre todo económicos.

Hay un desempleo abultado desde hace más de una década. Hoy es del 15,26% del total de la población activa según el último dato del INE. Del 56,56% para los de 16 a 19 años. Del 34,56% para los de 20 a 24 años. Del 38,38% para los menores de 25 y cuando, desde el 2008, siempre ha estado por encima del 30%. A los jóvenes que trabajan, además, les acompaña la precariedad laboral: los contratos temporales no han dejado de aumentar desde la crisis del 2008, y si entonces eran poco menos del 50%, hoy son casi el 60%. Y los parciales involuntarios ven unas cifras similares. Y en los salarios se mantiene o crece la brecha entre la generación alrededor de los 20 años con el resto desde inicios del siglo XXI, hace ya dos décadas.

Condiciones que también reflejan las cifras de un estudio financiado por España y la Unión Europea de la Universidad de Sevilla a partir de dos latitudes y economías muy diferentes del país. Se cuestionó a estudiantes de Sevilla y el País Vasco en dos fechas diversas, en el 2015 y ahora, en el 2021. Sus conclusiones preliminares chocan.

Hoy el 45% de los universitarios indican que tuvieron el salario bajo respecto a los que se pagan en su ámbito profesional. El 75% no tuvo derecho a prestación por desempleo. Al 46% no le pagaron las horas extra. El 50% estaba sobrecualificado. Y más del 90% tuvo un empleo temporal… Entre los estudiantes de Formación Profesional, el 48% percibieron un salario bajo respecto a los que se pagan en ese ámbito profesional, el 66% no tuvo derecho a prestación por desempleo, al 40% no le pagaron las horas extra, el 55% estaba sobrecualificado, y la tasa de trabajo temporal se quedó en un (abultado) 84%.

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“Recogimos datos en el 2015 y hemos vuelto a recoger datos ahora en el 2021. La idea era comparar a los jóvenes de la crisis económica con los de la recuperación, pero llegó la covid y hemos recogido datos de otra crisis”, resalta a La Vanguardia Águeda Parra, una de las coautoras del estudio.

“Por ser jóvenes no significa que tengamos que aceptar condiciones lamentables. Por lo que rechazar algunas de esas propuestas no nos convierte en vagos, simplemente cada vez somos más conscientes de nuestra valía y de nuestros derechos. Y nos protegemos de la explotación que nos intentan imponer como normal”, asevera ante ello Paula de la Morena, estudiante de 18 años de Colmenar Viejo (Madrid).

Otro dato que resume su situación: España tiene de las mayores tasas de jóvenes que ni estudian ni trabajan (ninis, en el argot habitual) de Europa en una edad clave, entre los 20 y 24 años. Cifra que ha crecido de forma constante desde el 2008 hasta estabilizarse poco antes de la pandemia pero que hoy es mayor que la que ve Grecia, que fue la gran afectada durante la Gran Recesión, y que sólo es superada por Italia.

Este drama intergeneracional lo expresa así Juan Carretero, universitario sevillano de Derecho, Finanzas y Contabilidad de veinte años: “Las empresas no están confiando en los jóvenes para hacer el relevo generacional con el que se pueda seguir manteniendo el sistema de pensiones. Te piden experiencia pero no te dan una oportunidad para adquirirla. Es incongruente”.

Son jóvenes adaptados a su entorno. No tienen la expectativa de esforzarse y que ese esfuerzo suponga un buen futuro

Inmaculada Sánchez-QueijaProfesora de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla

“La fractura se empezó a fraguar en la etapa de mayor crecimiento económico y neoliberalismo, entre 1992 y el 2007, y explotó en la crisis del 2008. La covid lo único que ha hecho es visibilizarla con la particularidad de que se culpa a las víctimas y no a los victimarios. Se culpa al joven supuestamente irresponsable que se divierte, por ejemplo, pero no a las autoridades políticas y sanitarias que abren la veda y deciden vacunarles los últimos. Ello tiene efectos en lo político (los jóvenes no tienen voz en la toma de decisiones), en lo social (con el mal reparto del gasto social) y en lo cultural (por el sentimiento de abandono y estigma). Es lo que llamo un juvenicidio moral”, sigue Feixa.

¿Germina una guerra generacional?

Los más jóvenes se ven imposibilitados de acceder a un trabajo y, aunque se tenga, se hace en precario. Les es difícil acceder a una vivienda mientras la de los abuelos es de propiedad. Han tenido que dar las clases por Zoom cuando sus predecesores no. Ven cómo el gasto en pensiones se blinda alrededor de la subida del IPC y se debe financiar los ERTE mientras sus sueldos y trabajos –cuando los hay– llevan estancados y quedan atrás desde hace años. Se sienten estigmatizados en el repunte de la covid.

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El sociólogo Mariano Urraco, de la Universidad a Distancia de Madrid, por todo ello la ha tildado de “generación descreída”. Sánchez-Queija señala que “ni descreídos, ni con menos moral que los anteriores ni que los posteriores, posiblemente. Como mucho serían jóvenes adaptados a su entorno. No tienen la expectativa de esforzarse y que ese esfuerzo suponga un buen futuro, es así. Así que se adaptan y esperan a ver qué ocurre”.

Una juventud que, es más, ha cambiado su perfil. Ahora es menos numerosa que lo que eran las generaciones anteriores y, si en los años 1950 era normal que una pareja de 24-25 años tuviera hijos, o si en los datos del INE se ve que en los 70 el acceso a la maternidad eran los 25 años, hoy esa edad se ha atrasado a los 31 años. En conjunto ha llevado a transformaciones sociales importantes en los países industrializados como España que “provocó ya en el año 2000 que se conceptualizara una nueva etapa en el ciclo vital que se denominó adultez emergente, fruto de un atraso en la adquisición de roles adultos”, explica Sánchez-Queija. “Estamos instaurados en una cultura que ensalza la juventud. Y la revolución sexual y feminista supone que las mujeres tengamos más aspiraciones que ser pareja y madre. Todo ello lleva a que los jóvenes actuales sí que tengan diferencias con aquellos de hace medio siglo, no tanto con los millennials”, continúa.

En EE.UU. se suele considerar que se pasa de una generación a otra cada 20 años, más o menos. También cuando hay un cambio profundo del contexto histórico. Sea por a o por b, Neil Howe, historiador, en los años 90 predijo junto a William Strauss que se viviría una crisis generacional con punto álgido en el 2020, al menos si se seguían los patrones de la evolución histórica, que cada 80-90 años ven una de gran magnitud.

“Viene el invierno”, señalaron entonces. Aún está por ver si llega o no; por ahora los jóvenes que rondan la mayoría de edad y aquellos nacidos al final del siglo XX, a los que les rozó las consecuencias de la Gran Recesión del 2008 y que les vuelve a golpear otra, la de la covid, pronto superarán, en número, a los más mayores en edad para votar. El cambio en los países del G-7 se prevé para el cercano 2030, según Naciones Unidas. “Si tenemos que ser la generación que evite que la Tierra se vuelva inhabitable en un futuro cercano, agradeceríamos ser escuchados”, lanza Anna Sallés, de 21 años, desde Barcelona.

https://www.lavanguardia.com/vida/20210801/7632347/espana-camino-ruptura-generacional.html

L’etern curiós Edgar Morin

Morin és un intel·lectual fi que ens recorda com “la ciència progressa”, però la “consciència retrocedeix”

Les neurones del filòsof Morin arriben aquest juliol als 100 anys i tot i que el seu cor “és vell”, com escriu a Twitter, la seva força interior és àgil i desperta. Avui és un dels intel·lectuals més reconeguts i admirats des de diferents escoles i cosmovisions. 

Provinent d’una família jueva sefardita, Morin neix a París el 1921. Va ser membre del Partit Comunista de França, però se’n desencanta i l’expulsen per disputes ideològiques. Conegut pels seus articles al diari Le Monde i per la seva implicació al Centre Nacional de Recerca Francès, aquest parisenc fundador de la revista Arguments ens ve a dir que els humans encara no som del tot humans, que no hem entrat en la lògica de la fraternitat humana. Ell entén el món assumint-ne les contradiccions i per molta revolució possible, creu que cal una actitud crítica constant, l’únic antídot contra els dogmatismes, vinguin del costat que vinguin. Defensa una cultura planetària i una aproximació holística als fets i és hipercrític amb la fragmentació i la hiperespecialització imperant. El seu primer llibre ja insinua per on anirà el seu pensament: L’homme et la mort (1951). Edgar Morin ha estat un referent i ho continua essent, i seguir-lo a Twitter és una delícia diària. El seu humor refinat i la seva mirada panoràmica són un advertiment contra la mediocritat: no anestesieu mai la incertesa, proclama aquest filòsof enamorat d’Itàlia, país on li agrada “estimar, conversar, menjar, passejar”. Morin creu que hem d’ensenyar la complexitat, o sigui, restaurar la unitat de la natura humana de manera que cadascú prengui coneixement i consciència de la seva identitat complexa i comuna amb els altres éssers humans.

Ahir la Unesco a París li va dedicar un homenatge i en va destacar els valors de la cooperació, la democràcia i l’acollida. 

El Papa l’ha felicitat i ha destacat la llarga vida en esdeveniments i trobades. Bergoglio admira la labor intel·lectual del sociòleg i filòsof francès, amb qui es va trobar al Vaticà el 27 de juny de 2019. El qualifica de testimoni privilegiat però sobretot “atent analista que amb discerniment dibuixa l’esperança i adverteix dels riscos per a la humanitat”. Pel Papa, Morin ha aportat diverses troballes, com la idea de la “ciència amb consciència” i una “política de la civilització” posant la persona humana i no el diner al centre del debat. El Papa i Morin coincideixen en la doctrina social i també en el Pacte Educatiu Global. Morin és un intel·lectual fi que ens recorda com “la ciència progressa”, però la “consciència retrocedeix”. Un dels seus pensaments més destacats considera que l’autonomia de l’esperit condueix inevitablement a la desviació. Morin com a far i lupa d’engrandiment d’un món que, malgrat tot, val la pena viure. Un dels seus darrers tuits sorneguers ara que ha fet 100 anys és un consell: “No feu 100 anys. Passeu directament als 101”.

https://www.elnacional.cat/ca/opinio/miriam-diez-etern-curios-edgar-morin_625907_102.html

“Biologia i cultura: determinisme i llibertat”

Publicat per DIALEGSHUMANISTICSUPF el 

La cultura ens fa humans, però alhora no podem ignorar que estem limitats per la nostra condició d’ésser biològic. Sense la biologia, l’ésser cultural no hauria existit mai, però també és cert que la cultura pot acabar canviant processos biològics. El Diàleg Humanístic del dimarts 31 de gener començava amb el xoc de dues disciplines: la biologia, defensada per Jaume Bertranpetit, contraposada a la cultura de la qual parlava Victoria Reyes-García.

Jaume Bertranpetit, que just a l’inici es va definir a ell mateix com un “biòleg materialista dur”, va admetre que li costa entendre aquelles aproximacions a éssers vius que “n’enfosqueixen la seva part natural” mentre enalteixen la cultura, ja que aquesta sorgeix de la nostra base biològica. Victoria Reyes-García, per altra banda, va remarcar que els éssers humans no podríem viure sense la cultura, que ens permet aprendre dels altres i evolucionar. Gràcies a l’evolució cultural, doncs, és com hem pogut aprendre ràpidament, i adaptar-nos sense haver d’esperar que els canvis es transmetin genèticament a la nostra descendència.

Ambdós participants van coincidir en què l’aprenentatge és un factor clau en l’evolució humana, i aquest aprenentatge exigeix que siguem éssers socials. Es va debatre sobre la cooperació, un procés resultat de viure en grans comunitats, que és molt complex i està influenciat tant per la biologia com per la cultura.

La pregunta estrella, però, girava entorn del deteminisme: Està l’ésser humà predeterminat per la seva condició biològica? Estem determinats també pel nostre context cultural? Llavors, on queda la nostra llibertat?

Segons el biòleg, “hi ha un determinisme molt gran i una llibertat total; ambdues idees no són contradictòries”. Tot i així, la llibertat entesa com el poder fer qualsevol cosa, no la podrem assolir mai, per simples fets físics com, per exemple, que l’ésser humà no podrà volar per si sol mai. Jaume Bertranpetit va concloure que  “no tot és possible, però les possibilitats que ens dóna el nostre organisme són tan grans que no les podríem explorar ni en més d’una vida”.

Victoria Reyes-Garcia, aportant el punt de vist més humanístic, va posar èmfasi al fet que la “llibertat l’hem inventat en un determinant context cultural”, i que la cultura i els entorns condicionen (i molts cops limiten) completament les creences i les accions de les persones.

El que havia començat com un debat entre dues disciplines aparentment molt oposades, es va convertir en una conclusió compartida pels dos tertulians. Ambdós van coincidir en què la realitat és que estem condicionats tant per la biologia com per la cultura, i, malgrat això, l’ésser humà ha estat capaç d’aprendre, canviar i evolucionar.

https://dialegshumanisticsupf.wordpress.com/2017/02/03/biologia-vs-cultura/

El ‘blanqueo ético’ de la tecnología del futuro

Avanza la geopolítica de las éticas de la inteligencia artificial

La IA contribuye a la aparición de muchas preguntas de orden moral acerca su aceptabilidad y conveniencia”, señala Goffi. (Photo by DAVID MCNEW / AFP) AFP

La inteligencia artificial (IA) se ha convertido ya en materia de pleno derecho de las relaciones internacionales, un gran desafío para todos los agentes públicos y privados, e incluso un factor de poder que justifica una carrera por el liderazgo.

Sin embargo, es también objeto de numerosos debates que polarizan los sentimientos entre las esperanzas suscitadas por la nueva tecnología y los temores a los que da lugar. Por un lado, la IA es vista como una herramienta perfecta susceptible de ser usada en muchos ámbitos para mejorar nuestro bienestar, facilitarnos la vida y a veces incluso salvarla. Por otro, preocupa a quienes temen una toma de poder por parte de máquinas convertidas en autónomas y en capaces de tomar decisiones por sí mismas, en detrimento quizá de los humanos.

De hecho, como toda nueva tecnología, en ausencia de un marco jurídico adaptado, la IA contribuye a la aparición de muchas preguntas de orden moral acerca su aceptabilidad y conveniencia. Ahora bien, en un mundo globalizado en el que valores e intereses chocan y se desafían entre sí, puede parecer utópico encontrar unas coordenadas normativas comunes sobre las que edificar un marco preceptivo general. De hecho, mientras la IA crece de manera exponencial, los códigos de ética se multiplican y reflejan mucho más la diversidad axiológica existente que una homogeneidad de las perspectivas.

Así, en lugar de ver el establecimiento de un marco normativo moral que regule el desarrollo y la utilización de la IA, asistimos a la eclosión de un sistema caótico en el que cada agente mueve sus piezas valiéndose de una conducta ética tranquilizadora. Esa cosmética, una ética de puro aparato, cuando no de pura apariencia, cuyo único objetivo es realzar la imagen y, por lo tanto, el prestigio de quien se envuelve con ella, refleja una realidad negada por los defensores del universalismo de los valores. Por un lado, la moral es un constructo social intrínsecamente ligado a un sistema específico de valores. Por otro, las éticas que induce son múltiples y completamente contextuales. En semejante marco, la evaluación moral de la aceptabilidad y conveniencia de la IA sólo puede ser relativa, y todo intento de universalización, puede reducirse a un simple ejercicio de marketing.

La moral: un constructo social (???)

Las definiciones son importantes. No cabe duda de que pueden ser discutidas, pero resultan necesarias para construir un debate eficaz erigido sobre bases comunes. En nuestro caso, no hay consenso sobre las definiciones de moral y ética. Por lo tanto, toda discusión, toda evaluación, se vuelve subjetiva y parcial, por no decir arbitraria.

En materia de moral, las definiciones propuestas por Paul Ricœur resultan de interés por su claridad y su carácter operativo. Así, Ricœur propone dividir la cuestión de la moralidad en tres ámbitos:

1. La moral, en sentido estricto, entendida, por un lado, como “la región de las normas, es decir, de los principios de lo permitido y lo prohibido, y, por otro lado, el sentimiento de obligación en tanto que faceta subjetiva de la relación de un sujeto con las normas”.

2. La ética anterior que representa “el antes de las normas”, es decir, una “ética fundamental” cuyo objeto es la “vida buena”.

3. Por último, en el “después de las normas”, la ética posterior que engloba las éticas aplicadas, que Ricœur llama la “sabiduría práctica”.

En el caso que nos ocupa, el modelo de Ricœur nos permite distinguir la regla moral, mediante la cual la IA es evaluada como buena o mala, de la ética anterior que nos explica sobre qué fundamentos se erige la moral considerada y de la ética posterior que trata de la aplicación de las normas morales en los ámbitos de la IA. Nos permite también comprender que los comportamientos éticos sólo pueden ser juzgados con el rasero del marco moral en el que se insertan. Por último, al señalar que la ética fundamental tiene como finalidad la “vida buena”, Ricœur nos remite a las reflexiones de Aristóteles sobre la finalidad de una ética basada en unas virtudes “consistentes en lo esencial en un modo habitual de obrar bajo la dirección de la preferencia razonable” orientada a la felicidad, que el Estagirita considera como “lo más deseable de todo”, un “bien supremo” cuya fuente se encuentra en la “actividad conforme a la virtud”. En otras palabras, son las virtudes aprendidas socialmente las que definen la felicidad que debe alcanzarse y, por lo tanto, las normas morales que regirán el comportamiento. La moralidad remite, pues, a reglas particulares construidas socialmente y a las que se adhieren los miembros de la comunidad estudiada.

https://www.lavanguardia.com/internacional/vanguardia-dossier/revista/20210107/6131993/blanqueo-etico-tecnologia-futuro.html#foto-2

Amb el català s’ha de ser optimista des d’un punt de vista tàctic, per lluitar i actuar

Entrevista al poeta, traductor, lingüista i gramàtic. 19-12-2020

Albert Jané: “Amb el català s’ha de ser optimista des d’un punt de vista tàctic, per lluitar i actuar” / PERE VIRGILI
Albert Jané

“Des d’aquesta finestra he vist centenars de manifestacions”, diu el poeta, traductor, lingüista i gramàtic Albert Jané (Barcelona, 1930) quan obre la porta del seu estudi del carrer Fontanella, a tocar de la plaça Catalunya. A la taula hi té diferents carpetes; a les parets, il·lustracions i dibuixos, i arreu, centenars de llibres i diccionaris. Jané va treballar en un banc fins que el 1963 li van demanar d’entrar a formar part de Cavall Fort. En va ser redactor i corrector i, del 1979 al 1997, director. A banda, és autor de nombroses traduccions i adaptacions d’obres infantils i juvenils de diferents llengües (francès, anglès, italià, castellà o occità). Ha traduït còmics tan coneguts com ara la sèrie dels barrufets o la d’Aquil·les Taló, contes tradicionals com El soldadet de plom (1983), La Caputxeta Vermella (1984) o guions cinematogràfics com La Ventafocs, la primera pel·lícula infantil que es va traduir al català. Ha fet 90 anys però continua escrivint. Diu que mai s’ha penedit d’haver deixat la feina estable al banc per la literatura. Demà dilluns li fan un homenatge a l’Ateneu Barcelonès.

Vostè va inventar el nom de barrufet i el verb barrufar . Les seves traduccions de Les schtroumpfs del belga Peyo van alimentar la lectura de moltes generacions. Com va arribar a trobar el terme barrufet ?

Em va semblar eufònic, com el verb barrufar. Vol dir “dimoniet” en menorquí. Crec que hi va influir també el fet que el meu pare era un admirador de l’intel·lectual mallorquí Gabriel Alomar i Vilallonga [poeta, assagista i prosita, va ser un inconformista i va declarar a Josep Pla que si parlava d’ell a la gent de Palma, moltes persones li dirien que era un barrufet, una encarnació del dimoni, i que ja tenia, almenys, una cama a l’infern]. Altres temes els debatíem a la redacció de Cavall Fort, però en aquest cas vaig decidir tirar pel dret. Abans hi havia més llibertat, ara em sembla que els editors, quan cedeixen els materials, controlen més les traduccions, els títols i els personatges. En aquell moment podia fer bastant el que volia, no havia de demanar permís a ningú.

¿Creu que ara no el deixarien fer servir el nom de barrufet?

No ho sé, però podria ser que no. No té res a veure amb schtroumpfs, una paraula que no vol dir res. El cert és que en altres llengües s’ha traduït amb noms molt més semblants a l’original.

Els seus inicis no devien ser fàcils, no hi havia ni tradició de còmic ni de llegir en català.

En aquella època, a totes les revistes del món hi havia còmics i no en podíem ser l’excepció, no podíem seguir amb el mateix model que abans de la guerra, textos com a pans que amb prou feines es podien llegir. Els còmics expliquen històries boníssimes, n’hi ha que estan molt ben fets, i al darrere hi ha molta imaginació. No podia ser que no n’existissin en català.

I no hi havia prejudicis?

Vam haver de vèncer la resistència dels pedagogs, i en alguns casos va ser una resistència tenaç. No volien saber res del còmic, deien que el còmic ensenyava a no llegir, però aquesta mentalitat va desaparèixer fa temps. Els còmics francesos i belgues que vam traduir van tenir molt d’èxit. El repte en aquell moment era utilitzar un llenguatge correcte i explorar a fons els recursos de la llengua, utilitzar frases senzilles, sense barbarismes ni incorreccions gramaticals. La llengua tenia i té prou recursos per poder fer un bon producte.

Vostè, que s’ha dedicat durant tants anys a la traducció del còmic al català, ¿què n’opina de l’estat de salut actual del còmic d’autoria catalana adreçat al públic infantil i juvenil?

No tinc prou informació per fer-ne una anàlisi detinguda i veraç, estic jubilat, però sempre ha estat una mica deficitari. Hi va haver un moment, fa anys, que podies trobar força estands de còmics catalans al Saló. Hi ha bons autors, com Oriol Garcia Quera, Jordi Viladoms o Lluís Juste de Nin, que ha mort aquest any. A Cavall Fort hi van treballar grans dibuixants però molts ja van morir, com Josep Maria Madorell [va començar a col·laborar a Cavall Fort el 1961 i va crear personatges com Els Galifardeus, els germans Jordi i Núria, la Pona, que forma part de les aventures de Jep i Fidel, o les aventures de Pere Vidal i de Massagran]. Per a mi Madorell era el número u del còmic català sense cap mena de dubte. Suposo que si el còmic català és deficitari, com passa amb moltes altres coses, és per la llei d’oferta i demanda.

¿Ha sigut important el fet que li donessin marge per poder traduir amb llibertat?

El còmic és una adaptació. Hi havia un personatge d’un còmic italià, l’Stefi [creat per Grazia Nidasio]. Era una nena petita i se suposava que vivia a Milà, però no s’esmentava la ciutat i jo vaig fer que passés a Barcelona sense especificar que era a Barcelona i hi vaig incorporar els referents d’aquí. Al còmic hi ha sempre molts jocs de paraules que són intraduïbles, i quan es volen fer en català s’han de pensar molt bé. Als còmics de l’Stefi n’hi havia molts. Recordo una rima que mencionava equips de futbol italians. Jo la vaig traduir així: “Garsa o rossinyol, rossinyol guanya l’Espanyol, garsa guanya el Barça”. La nostra cultura i llengua són prou complexes i riques per permetre això i moltes altres coses.

Vostè va treballar en el moment en què es va poder tornar a escriure i publicar en català. Han passat més de 40 anys des de la creació de Cavall Fort . Què n’opina de l’estat de salut del català?

Hi ha molta producció, es publica molt. Hi ha factors favorables i n’hi ha d’altres que no ho són tant, com la intervenció contínua del govern espanyol. Ara el TSJC ha fixat en un 25% la quota de classes que s’han de fer en castellà. Es pot ser pessimista, però des del punt de vista tàctic amb el català s’ha de ser optimista per lluitar i actuar.

https://www.ara.cat/cultura/Albert-Jane-catala-optimista-lluitar-poeta-traductor-linguista-gramatic_0_2585141543.html

«Ex Libris: La Biblioteca Pública de Nueva York», el documental que define perfectamente a las bibliotecas públicas

Las bibliotecas públicas son espacios de acercamiento a la información, a la formación y al entretenimiento. Llenas de contenidos físicos y digitales en forma de libros, audiovisuales, documentos de toda índole y actividades, su objetivo final es ofrecerlos a las personas para que sean utilizados y aprovechados, tanto de manera individual como de manera colectiva.

Quizás la mayoría de personas solamente conozcan un mínimo porcentaje de lo que es una biblioteca pública y qué puede ofrecer a cada persona como individuo y a la sociedad como conjunto. Es por eso por lo que no se pueden perder el documental «Ex Libris: La Biblioteca Pública de Nueva York».

https://www.julianmarquina.es/ex-libris-la-biblioteca-publica-de-nueva-york-el-documental-que-define-perfectamente-a-las-bibliotecas-publicas