
En la mayoría de organismos el sexo está determinado por el código genético, aunque se conocen casos en los que depende de factores ambientales externos, como es la temperatura en el caso de algunos reptiles. Hoy vamos a ir más allá, vamos a conocer dos casos en los que el sexo está determinado por la presencia o ausencia de una sustancia química. Ambos casos ocurren en gusanos marinos en los que además, los machos actúan como parásitos de las hembras.
Bonellia viridis
Bonellia viridis es un poliqueto marino perteneciente a la clase Echiura conocido por su peculiar aspecto y su inmenso dimorfismo sexual.
La hembra es de color verde y vive en fondos rocosos poco profundos en dónde puede esconderse en grietas, agujeros y madrigueras de otros animales. El cuerpo se divide en dos partes: El tronco, muy contráctil y con forma de pera, que puede alcanzar los 15 cm; y la trompa o probóscide, que utiliza para alimentarse y es hasta diez veces la longitud del propio cuerpo. Es un animal generalmente nocturno.

Foto: Sylvain Le Bris

Foto: Bernat Espigulé
El macho es 200.000 veces más pequeño, con un tamaño de apenas 1-3mm. Tiene un cuerpo plano y sin color, y ha perdido todas las estructuras a excepción de los órganos reproductores. Se observan con muy poca frecuencia porque viven en el interior del cuerpo de las hembras y se alimentan de ellas a modo de parásitos.

Autor: Vanessa González Ortiz
Las larvas de Bonellia viridis nacen asexuadas y viven libremente durante unas tres semanas. Según el lugar en el que la larva se asienta, se define su sexo.
Si no encuentran otro miembro de su especie, la larva se posa en el suelo para convertirse en una hembra. Una vez adulta, produce una hormona en la probóscide llamada bonelina, un químico altamente tóxico para muchos organismos, pero que también actúa en la reproducción de la especie ya que sirve para atraer a otras larvas.
Cuando una larva detecta esta sustancia, sufre diversos procesos fisiológicos por los que desarrolla gónadas masculinas funcionales, por lo que pasa a ser considerado un individuo macho. Tras esto, es absorbido por la probóscide y se asienta en el saco genital de la hembra, dónde pasará el resto de su vida con la única función de producir esperma para ella cuando así lo necesite. Dentro de una hembra puede haber hasta 85 machos.
No se conoce muy bien cómo tiene lugar este proceso y qué genes activa la bonelina para permitir que una larva sexuada pase a diferenciarse como macho.
Osedax sp.
Un caso muy similar ocurre en los gusanos del género Osedax, llamados comúnmente gusanos devoradores de huesos. Este género comprende 26 especies que viven a profundidades de hasta 4000 metros y se alimentan de los restos óseos de una amplia gama de animales. Una de las principales curiosidades de estos animales es que carecen de aparato digestivo y dependen de unas bacterias simbiontes para digerir los lípidos del interior de los huesos para poder absorberlos.
Al igual que en B. viridis, las larvas de Osedax son asexuadas y en lugar de nadar libremente, flotan en la columna de agua conservando su energía hasta encontrar un cadáver de ballena. Si encuentran un hueso sobre el que anclarse, las larvas se convierten en hembras y, si por el contrario, las larvas aterrizan sobre una hembra, se diferenciarán como machos y se desarrollan en el interior de los tubos gelatinosos que rodean el tronco de la hembra.
En el interior de una hembra se pueden albergar cientos de machos.

Foto: Yoshihiro Fujiwara

Fuente: reed.edu
Se desconoce por el momento cómo los machos encuentran a las hembras, no se sabe si interviene una sustancia con el mismo papel que la bonelina, y los desencadenantes moleculares para el desarrollo de los caracteres sexuales masculinos.
Víctor Alonso




















